Acoso intelectual

Más allá de cualquier otra cuestión que ponga la mirada en los defectos que Argentina como país detenta, hay una virtud a resaltar, su producción cultural: no importa el lugar del país al que uno refiera, en la mayoría, encuentra actores, músicos, cantantes, escritores y, así, con todas las ramas del arte, aparecerán tipos y tipas que dedican su vida al arduo intento de vivir de lo que aman.

Lo fantástico es que, en este devenir, la mayoría de ellos no podrá concretarlo. Muchos, tendrán que conformarse con una obrita al año en el club del pueblo, o un corto que sólo verán los amigos, o un tanguito, rock, o chacarera, que cantarán en los asados y fiestas familiares.

Sin embargo y a pesar de este sino, los tipos continúan. Robándole horas al sueño y al vivir, se pagan cursos de perfeccionamiento en horarios nocturnos, asisten a clínicas y seminarios, o se miran cuanta obra “under” aparezca. Eso sin contar las veces en que son estafados por los oportunistas de turno pagando “books” y “castings” que solo serán vistos por los mismos tipos que les cobran sus buenos mangos por esa promesa de un bolo en la tele que nunca llegará.

Pero esto es sólo un detalle, una mancha, en medio de una rica historia de formación actoral (la fundación del Instituto Infantil Labardén se remonta, al año 1913), a la que debe agregarse la formación integral (actuación, danza y canto) que cientos de jóvenes emprendieron desde hace décadas. Quizás, para cumplir con aquella vieja apreciación que se tenía sobre los actores de Hollywood, “los actores norteamericanos son completos. Saben hacer de todo, hasta a andar a caballo”.

La cuestión, es que más allá de la equina destreza, desde la comedia musical de Pepito Cibrián, “Aquí podemos hacerlo”, los jóvenes profesionales del espectáculo argentino, han demostrado lo que el título de la obra rezaba. El asunto es que, aun así, con todo su talento y formación y para poder llegar a conseguir un papel en una obra, a veces debían bancarse el acoso de más de un productor de bragueta sin cierre.

“El precio de la fama” dicen algunos como eufemismo para “hijos de puta con dos mangos más que otros”: definición más certera para una clase de tipos que puede encontrarse en cualquier ámbito. Lo cierto es que, a pesar de esto y de otras tantas cosas como dictaduras, hiperinflaciones, o lo que miércoles sea, nuestros hombres y mujeres del espectáculo, se las han ingeniado para seguir deleitándonos con su arte. Hasta ahora.

En los últimos tiempos, el camino para llegar a la calle Corrientes o la tele, está cambiando. Ya no es el talento y la formación, la puerta de entrada a las carteleras. Según parece, el consabido acceso se logra a base de hacerle un “pete” a algún famoso y subirlo en YouTube y “Twiter”.

O colarse en la habitación del hotel donde se aloja algún cantante extranjero y entregar el “rosquete” para después contarlo en el programa de Rial y el de cuánto chimentero lo levante . O pelarse las rodillas, también “peteando”, en el vestuario del un equipo de primera con uno o más jugadores, con la consecuente filmación vía celular, y la posterior entrevista en…sí, lo de Rial y los chimenteros. También vale “salir del closet” y asumirse gay (aunque no lo seas, con tal de llegar a la tele todo vale).

Todo vale, si el escandalete da la prensa es suficiente como para estar en la tele, como sucedió con la separación de Doman y Evelyn Von Brocke, que nos vienen llenando los “codeguines” desde hace meses, y que llevó a la rubia chimentera, a seguirnoslos rompiendo, en el “Bailando por un sueño 2014” hasta que no garpó más.

¿Qué estudiaron?¿Qué talento tienen? Importa un pito. Lo que importa es de qué famoso es el pito que se llevaron, se metieron o, aunque más no sea, pudieron ver, o –como con Doman-Evelyn-, que miserias pueden contar para seguir alimentando el morbo en los “medios”.

Por eso el título de esta nota. Porque, de seguir así la cosa, nuestras futuras vedettes y primeras actrices, habrán tenido como única escuela y formación, un “muy bien diez en fellatio” y un “sobresaliente en escándalos mediáticos”.
Así, dentro de unos años, no sería extraño ver en los noticieros, a una de estas famosas mediáticas iniciándole una causa penal a algún director de teatro por acoso intelectual: “A uds. les parece”, dirá la experta en “petes”, “Este director quién se cree que es.

Me pidió que supiera leer de corrido y que dijera algo de un tal Chespir, o, Shakespeare, qué sé yo ¡Es una vergüenza, me sentí acosada! ¿Cómo se atreve a pedirme tal cosa?”Seguramente, y para terminar la cobertura de la noticia, el conductor del noticiero entrevistará a un neurólogo o psiquiatra, inquiriendo acerca de los daños que pueda causarle a la “petera” la conducta del director.

El profesional, a tono con los tiempos que correrán, completará el cuadro con testimonios del tipo “Lo del director es muy grave. Nadie sabe qué consecuencias puede causar en la corteza cerebral o en el hemisferio derecho, el repentino intento de un ejercicio intelectual. Exigir el uso de la inteligencia, a quien lleva años ganándose la vida ejercitando la estupidez, puede ser altamente peligroso.

Actitudes como esta, deben ser condenadas por la justicia”.Luego de esto, y mirando a cámara con gesto adusto, el conductor del noticiero dirá “Esperemos que la justicia caiga sobre este hombre, con todo el peso de la ley. De todos modos, según anunció su representante, la actriz no ha suspendido su unipersonal, “Enfiestate conmigo”, que, como es sabido, va primero en las recaudaciones de los teatros de la calle Corrientes”. (Nota de Archivo)

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Acerca de Ricky Veiga 52 Articles
Escritor, guionista, productor de Radio y TV.

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