Los cubanos retornan a la normalidad después del funeral de Fidel Castro

Con los restos de Fidel Castro, fallecido el 25 de noviembre a los 90 años, ya depositados en el cementerio Santa Ifigenia, en el oriente de la isla, Cuba culminó nueve días de duelo nacional en los que las cenizas del líder de la revolución viajaron por casi todo el país para que los cubanos puedan brindarle un último adiós.

Con los restos de Fidel Castro, fallecido el 25 de noviembre a los 90 años, ya depositados en el cementerio Santa Ifigenia, en el oriente de la isla, Cuba culminó nueve días de duelo nacional en los que las cenizas del líder de la revolución viajaron por casi todo el país para que los cubanos puedan brindarle un último adiós.

Aunque el luto se levantó de manera oficial a las 12 del mediodía del pasado domingo y en los edificios públicos las banderas se izaron hasta lo más alto, muchos prefirieron extender el duelo de manera preventiva hasta las 0 del lunes.

El beisbol y las escenas de amor volvieron a la televisión cubana después del luto de nueve días, que incluyó la prohibición de vender bebidas alcohólicas y escuchar música en lugares públicos.

Bares y restaurantes de La Habana Vieja, el casco histórico de la capital cubana, evitaban al atardecer del domingo la venta de alcohol, mientras que otros lo servían tímidamente dentro de los locales y sólo unos cuantos en las terrazas a la vista de todos.

La televisión, que desde la muerte de Castro transmitió de manera continua y en cadena nacional todos los homenajes sin otro tema en su programación, varió la oferta. Hubo baloncesto, béisbol y fútbol, así como películas policiales o románticas. En los taxis también empezaba a escucharse música.

La noche del domingo los cubanos pudieron ver, con dos días de retraso, la victoria del viernes de Bayer Múnich ante Mainz por 3-1 en la Bundesliga.

En la Plaza de la Revolución “Antonio Maceo”, donde anoche se celebró un gran acto de despedida con un discurso del presidente Raúl Castro, el único ajetreo que se veía este lunes era el de unos pocos trabajadores recogiendo sillas y vallas.

En las calles de Santiago de Cuba, a casi 900 kilómetros de La Habana, la ciudad volvió a la normalidad después de la multitudinaria despedida y solo se veían banderas cubanas y carteles con el mensaje “Yo soy Fidel” en algunas ventanas, consigna que se multiplicó por todo el país.

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