Los corpiños también tienen historia: entre modas, tetas y clases sociales

DE LA ANTIGUA GRECIA HASTA NUESTRO DÍAS

 

Corpiño, sujetador, soutien, sostén, brasier. Con aro, de encaje, deportivo, armado, de colores o clásico. Para algunas se trata de moda, para otras de comodidad; otras eligen deshacerse de él públicamente y así manifestarse contra el machismo y la discriminación.

Los orígenes

Las primeras en usar una prenda propia para sujetar los pechos, fueron las mujeres de Creta, en Grecia, unos 1.700 años A/C.  Lo sabemos por imágenes halladas en palacio de Cnosos, donde aparecen mujeres que llevan como prenda algo parecido a un corsé que empujaba los pechos desnudos hacia arriba, una especie de “sujetador”, que no llegaba a cubrir los senos, pero que los resaltaba.

Más adelante, en el Imperio Romano, las mujeres lucían unas bandas alrededor del pecho, que sostenía los pechos y también podía realzarlos, marcando así las primeras huellas del corpiño. Entre las romanas usar “sujetador”, implicaba ser civilizadas, contrario a las mujeres bárbaras, quienes llevaban los pechos libres.

En la Edad Media se encuentran referencias de prendas muy parecidas al actual corpiño, usadas sólo por las mujeres de las clases altas y de la nobleza. Por eso, el sentido erótico que más tarde se le da a esta prenda, ya estaba repudiado socialmente en esta época. Y otra vez las tetas y las clases sociales; las plebeyas, campesinas y vasallas no utilizaban este tipo de prendas.

Llegando a finales del Siglo XVI nos encontramos con el más reconocido antecesor del actual corpiño, el corsé. Los corsés son unos artefactos diseñados para estrechar la cintura de las mujeres, realzando y sosteniendo el busto. Aún sin probarlos, puede verse que son muy incómodos y dolorosos.

 

                                                                                                                  Catalina de Médicis

 

Catalina de Médicis, reina de Francia hasta 1589, fue una de las que impuso la “moda” del corsé; prohibió las cinturas anchas en su corte. Así se iniciaron varios siglos de tortura para las mujeres, que vivían con el diafragma oprimido constantemente por las rígidas varillas de los corsés. Esta “moda” era patrimonio de la nobleza: las hacía ver entalladas y estilizadas. El continuo uso del corset extremadamente ajustado, les podía llegar a deformar la cavidad pulmonar, y provocar el desplazamiento de órganos. Más adelante el uso del corsé se fue popularizando y pasó a ser una prenda utilizada por la mayoría de las mujeres. Hoy en día se utiliza como una prenda de erotismo.

 

                                                                                                                             Corsé de hierro

 

 

                                                                                     Las modificaciones que provocaba en el cuerpo el corsé

El corpiño de hoy, hijo del capitalismo

Herminie Cadolle, fue una joven costurera francesa feminista y revolucionaria, participó junto a Louise Michel de la Comuna de París en 1871 y luego emigró a Argentina. De vuelta en Francia, en 1889, presentó su idea innovadora para liberar el cuerpo de las mujeres: cortó el corsé que existía hasta entonces en dos partes, creando así el primer sujetador que evolucionará hasta el actual.

Luego, en 1893, Marie Tucek presentó una pieza de apoyo de pecho; eran dos bolsas separadas para cada pecho con tirantes que pasaban a los hombros y se unían con corchetes metálicos. Si bien recibió una patente por este producto en EE.UU., no logró comercializarlo.

El corsé seguía siendo usado por la mayoría de las mujeres. Por eso, Poiret, un conocido modista francés, inició una batalla contra el corsé y diseñó trajes sencillos, entallados directamente bajo el pecho y que caían rectos hasta los pies, bajo esos atuendos se escondía la figura, sin corsé.

Finalmente, en noviembre de 1914, Mary Phelps-Jacob patentó el primer diseño de un corpiño, muy similar al que usamos actualmente. Phelps provenía de una familia de inventores de clase alta, tenía 19 años cuando ideó esta prenda. Estaba en una fiesta y llevaba un corsé muy apretado que sobresalía por su vestido y le hacía sentirse incómoda. Le pidió a una doncella que la ayudara y juntas confeccionaron un sujetador con dos pañuelos unidos a partir de las cintas rosas del corsé. Enseguida empezó a fabricar modelos para sus amigas. Poco después vendió la patente a las principales tiendas y la prenda pronto comenzó a introducirse en los armarios.

 

                                                                                                         El corpiño de Mary Phelps Jacob

 

Ese mismo año estallaba la Primera Guerra Mundial. Mientras los varones iban al frente de batalla, las mujeres pasaban a ocupar puestos en las fábricas, se incorporaban al mundo laboral y la rigidez de movimientos que provocaba el corsé era completamente incompatible con el nuevo rol que les tocaba ocupar.

Además, la fabricación de corsés requiere metal, que por aquellos años era muy preciado para la industria armamentística. En 1917, la Junta de Industrias de Guerra de los Estados Unidos pidió a las mujeres estadounidenses que, para ayudar a que sus “hombres ganaran la guerra”, no usaran o compraran corsés. Algunos estiman que así lograron liberar alrededor de 28.000 toneladas de acero.

Por eso, de a poco el corsé fue desapareciendo, dando lugar al corpiño tal cual lo conocemos hoy.

 

Los corpiños en el siglo XX

Iniciado el siglo las mujeres pudieron decir adiós definitivamente a los corsés que durante décadas habían marcado la cintura y dificultado su respiración.

El corpiño se popularizó y todas las mujeres comenzaron a usarlo. La moda hizo lo suyo y fue imponiendo diferentes estilos a lo largo de las décadas. Las telas fueron cambiando, también la tasa de los corpiños, en algunos momentos se intentó disimular el busto, en otro realzarlo.

Pasó también a convertirse en una prenda erótica. Se desarrolló mucho más la industria textil y con ella, la lencería.

Los corpiños no sólo pasaron a usarse como prendas de todos los días, sino también en trajes de baño. Estar en el mar, en una pileta o tomando sol se podía, siempre y cuando no se vieran las tetas. En púbico había que taparse y la imposición de la moda también llego a este ámbito.

Pero no siempre fueron sólo las mujeres quienes debían guardar sus pechos del sol, a los varones también se les prohibía hacer topless en la playa. Recién en 1937 ganaron el derecho a usar solo shorts sin una remera, después de una lucha iniciada en 1930, cuando un grupo de 4 hombres fue arrestado por sacarse la remera en una playa del Estado de Nueva York.

Así, el corpiño pasó rápidamente a ser una mercancía que generó muchos negocios y las grandes marcas siguen hoy marcando tendencia en la moda y los estereotipos de belleza, contenidos en sus corpiños.

Años 60: los corpiños a la hoguera

“Algunas hasta quemaron los corpiños”, dijo la prensa sobre el encuentro que tuvo cita 7 de septiembre de 1968 en Atlantic City. Allí, cerca de 400 feministas y otros defensores de los derechos civiles organizaron una hoguera para tirar ahí todos los objetos que podían ser símbolos sexistas que estereotiparan a las mujeres, como forma de protesta contra el concurso de Miss América de 1968.

Ardieron ruleros, bucleras, ejemplares de Cosmopolitan, zapatos de taco, fajas, pestañas postizas, maquillaje, entre otros. También los corpiños fueron lanzados a la hoguera en señal de protesta.

 

 

                                                                                                                 Quema de corpiños
                                                   Llegamos así al 2017, donde las tetas y los cuerpos de las mujeres vuelven a ser polémica.

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