La economía de Brasil se contrajo 3,6% en 2016 por segundo año consecutivo

Es la peor marca desde 1948. En los dos últimos años el PIB se achicó 7,2%. Y el per cápita, 9,1% desde 2014.

Muchas de las cifras ya se habían anticipado, con algunas ligeras diferencias. Pero no por eso resultó menos estremecedor el informe del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (Ibge, equivalente al argentino Indec). En 2016, el producto interno bruto de Brasil sufrió un nuevo derrape: cayó 3,6%; con una degradación del consumo de las familias de 4,2%. En los dos últimos años acusó una recesión de 7,2%. Y el PBI per cápita, que se usa junto a otros parámetros para medir el bienestar de la población, declinó 9,1% desde 2014.

Según la Fundación Getulio Vargas, una institución universitaria prestigiosa, el ciclo de empobrecimiento alcanza ya a 11 trimestres, lo que explica que el golpe sobre los ingresos de los brasileños sea más fuerte que sobre la economía en su conjunto.

De acuerdo con los técnicos del Ibge, esta es la peor recesión desde que comenzó a elaborarse el indicador en 1948. Nadie duda, ya, en calificar este bienio de elevadísima conflictividad política, como el más traumático de la historia del país desde el punto económico y social. La coordinadora de cuentas nacionales del instituto, Rebeca Palis, describió el fenómeno del siguiente modo: “La torta se redujo y encima más personas quisieron comer una tajada”.

El largo proceso de impeachment de la ex presidenta Dilma Rousseff, que empezó en octubre de 2014 y culminó el 31 de agosto del año pasado es la razón más importante del lastimoso desempeño de la mayor economía latinoamericana. La inversión y el consumo se retrajeron, la producción declinó, las personas perdieron empleos, las familias aumentaron su nivel de endeudamiento. Es este el ciclo perverso que explica buena parte de la realidad actual.

Para el ministro de Hacienda Henrique Meirelles el dossier del Ibge son, en realidad, una fotografía del pasado. “Es como mirar por el retrovisor” graficó. Pero la economista de la institución Rebeca Palls mostró que la reversión no será tan sencilla. “La economía volvió al nivel que tenía en el tercer trimestre de 2010. Es como si desde aquel periodo, hubiéramos perdido todo el crecimiento acumulado en los 5 años siguientes”.

Para ella, los números reflejan una “profundización” del fenómeno recesivo. Recordó también que entre 2008 y 2009 hubo un retroceso. “Pero en aquella época –distinguió—la crisis de Brasil se había originado en la crisis global”. Esta vez el fenómeno no responde a ese origen y no presenta las mismas disparidades sectoriales de 7 años atrás. Explicó que la economía de servicios, que representa el 70% del PBI fue la más afectada por la recesión del año pasado.

Los medios brasileños señalan, también, que habrá de esperarse un reflejo malo para el primer semestre de este año, pues la inflación todavía está alta, se aceleró el desempleo (que llega a 12,9% de la población económicamente activa) y la reducción significativa de los salarios, lo que conspira contra el poder de compra de los brasileños.

Esto quedó en evidencia en el último trimestre de 2016, cuando la retracción respecto al trimestre anterior resultó de 2,9%. Si bien la “fotografía” es del pasado, se sabe que esos indicadores tendrán una influencia decisiva este año. Los efectos en los bolsillos de la gente deberán continuar en 2017 y tendrán, se dice, una influencia grande en las elecciones generales de 2018, cuando los brasileños deberán elegir nuevo presidente. Probablemente, eso exija a algunos partidos políticos con buenas chances presidenciales, salir anticipadamente del gobierno Temer.

 

GG

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