Los empresarios apoyan a Macri, pero le ponen un apodo curioso y reclaman reformas

Estamos entusiasmados", dijo uno. Sobreactuación en el Coloquio de Idea.

El establishment le da hoy un amplio apoyo político al Presidente en el Coloquio de Idea. Pero detrás del espaldarazo late un propósito bien concreto: que Mauricio Macri cumpla con sus compromisos y avance en reformas estructurales para corregir los desajustes macroeconómicos.

Los hombres de negocios descuentan un importante triunfo electoral de Macri y su consolidación política.

 

Y consideran, entonces, que el Gobierno ya no tendrá excusas ni formas de gambetear los cambios que reclaman para invertir. Pretenden que acelere las reformas pendientes. O sea: más que gradualismo.

Con la redacción de un documento final se concreta ese respaldo al Presidente, algo que han expresado en cada presentación en Mar del Plata.

Ayer lo ratificó Cristiano Rattazzi durante un encuentro reservado con los jefes de la CGT:

─Estamos entusiasmados con Macri.

Rattazzi, en el Coloquio de Idea

En la reunión los caciques gremiales sorprendieron con un planteo fuerte. Antonio Caló reclamó un “acuerdo político marco” para encarar globalmente el problema de la competitividad y no hablar sólo de la reforma laboral.

El aval definitivo y público se cumple con el propio Presidente frente a la comunidad de negocios. Con los empresarios más importantes de la Argentina: Alejandro Bulgheroni, Paolo Rocca y Luis Pagani.

La idea es dar vuelta la página de las controversias y recelosque existieron -hasta ahora- entre los hombres de negocios y la Casa Rosada. Ocurrieron desde el mismo momento en que Macri ganó las elecciones presidenciales.

 

Macri receló siempre del movimiento empresario por 3 cuestiones centrales:

1) no les perdona que -en su mayoría- hayan apostado y jugado a favor del triunfo de Daniel Scioli en 2015;

2) cuestiona la reticencia industrial a apoyar su gestión y las continuas excusas para concretar inversiones: «Estos tipos siempre te corren el arco», dice;

3) los responsabiliza por la aceleración del proceso inflacionario.

En la intimidad Macri afirma que muchos cometieron abusos. Y a eso alude cuando cuestiona al “círculo rojo” e insiste con una frase poco feliz: «Si pusiéramos a 562 dirigentes en un cohete a la Luna, el país cambiaría”.

La bronca presidencial y el temor a cierta vendetta hizo que muchos empresarios lo bautizaran en la intimidad con un sobrenombre: “El Calabrés”.

Por eso, para superar recelos, ahora sobreactúan el apoyo al Presidente. En Idea hay una muestra de adhesión que no se vivía desde los tiempos de Carlos Menem.

Federico Salvai, la mano derecha de la gobernadora María Eugenia Vidal, fue a Mar del Plata y puso paños fríos en varios encuentros privados.

Trasmitió un dato secreto: la última encuesta de Jaime Durán Barba, para el comando íntimo de campaña, confirma que gana Esteban Bullrich pero la diferencia es de sólo de 2,2%.

El establishment festejaba ya un mínimo de 4 puntos. Salvai los sorprendió y dio un baño de realismo: «Hablan sin saber de encuestas”.

La sobreactuación en Idea obedece a que los hombres de negocios pretenden empujar aquellas reformas estructurales.

En Mar del Plata quedó ayer en claro una cuestión: la reforma tributaria viene con impuesto a la renta financiera. Nadie cree la desmentida de la Casa Rosada.

 

También buscan que el Gobierno encare una política que corrija el desequilibrio macroeconómico.

En privado insisten con que no habrá inversiones en serio mientras existan déficit fiscal sideral, rojo comercial, política monetaria restrictiva, atraso cambiario y alta inflación.

Ayer el dato del Indec le dio un mazazo a los sueños del Banco Central. Ya en septiembre se superó la pauta de inflación anual que elucubró Federico Sturzenegger, el titular del BCRA. El alza real anual se proyecta al 23%.

Así, por segundo año consecutivo el Central no cumple las metas de inflación.

El Indec dejó al desnudo el fracaso de la política antiinflacionaria de Sturzenegger, que administra sobredosis de monetarismo pero no logra doblegar los precios. Desprecia la idea de que la inflación argentina responde a múltiples factores.

En otras palabras: es muy difícil bajar los precios con el desequilibrio macroeconómico que el Gobierno no corrige.

Ese desorden se manifiesta en precios altos. Por eso la sobretasa de interés del BCRA sólo actúa como una suerte de “cepo antiinflacionario” . No resuelve el problema sino que lo aplaca.

Es un remedio en una dosis que genera contraindicaciones. El sobrecosto monetario, a su vez, le impide a la economía crecer fuerte.

Así el país enfrenta una dura encrucijada: conformarse con el módico crecimiento del 3% mientras convive con alta inflación.

Ahora ocupa el –despreciable– séptimo lugar entre los países de mayor inflación mundial. La Argentina comparte escenario con Venezuela, Sudán, Congo, Libia, Egipto y Angola.

La cuestión genera turbulencias en el Gabinete. Luis Caputo quiere bajar la tasa y crecer más rápido.

Mario Quintana objeta al Central a través de su economista de cabecera, Vladimir Werming. El ex JP Morgan también critica.

Pero Sturzenegger está tranquilo. Nadie lo puede tocar: se convirtió en el superministro de Economía que Macri no quería tener.

 

GG

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