Franco Macri calificó con un 5 la gestión de su hijo

Sobre la mesa de luz del dormitorio de Franco Macri en Terrazas de Manantiales hay un papel con la firma de su hijo que dice: “Cuál fue el mejor profesor que tuve: Franco Macri”.

Sobre la mesa de luz del dormitorio de Franco Macri en Terrazas de Manantiales hay un papel con la firma de su hijo que dice: “Cuál fue el mejor profesor que tuve: Franco Macri”. El padre exhibe con orgullo esa intimidad y va incluso más allá: muestra el anverso, donde Franco escribió: “Sabés que tu más yo éramos tres y ahora con el presidente somos cuatro hasta que Dios quiera”.

Esa idea de finitud, junto a la planificación de su retiro empresario, que quiere emprender de forma paulatina, lo ha empujado a pasar en soledad las fiestas de Navidad y Año Nuevo. Sólo lo acompaña una asistente. “Quería reflexionar en soledad”, confiesa. “Siempre he estado rodeado de gente, pero en verdad, siempre he estado solo. He terminado mi libro de memorias y ahora quiero pensar en lo que quiero hacer el resto de tiempo que me queda”.

No hay ni un dejo de nostalgia en su actitud. Fiel a su esencia previsora, dice que no quiere improvisar en nada. Escribirá en un papel 20 de sus aspiraciones y asegura que las cumplirá. Acaba de cumplir con su rito matinal de 15 minutos diarios sobre una bicicleta fija que mira al mar. Se lo ve vital, con una alegría a flor de piel, como nunca exhibió antes frente a esta cronista. Pide cafés para los periodistas y un Campari para él, que ni siquiera probará.

-¿Qué puntuaje le pone al primer año de gobierno de Mauricio?
El primer año más no se podía hacer. No ha podido empezar construyendo, sino arreglando lo hecho por gobiernos terribles, desde Menem a los K. Con esa salvedad, le pongo un 5. Pero sé que ha querido ir por más.

-¿Cómo explica la asimetría entre la buena imagen presidencial, de un 71% positiva, con la exigua calificación que la gente le pone a su primer año de gobierno?
Simple: es gente que ve el futuro y se da cuenta de que primero se tiene que dejar atrás un pasado desastroso. Los peronistas tienen sus virtudes y sus terribles defectos. Ni hablemos de la señora esa, destructora del país.

-¿Qué opinión tiene de Carrió en Cambiemos?
¡Es fantástica! Es un faro para el país. No le importan los honores, ni ganar plata. ¿Dónde encontrás alguien así? Si estuviera en la ONU, sería Mandela. Ella va hacia su verdad, sin jamás claudicar. Después, tiene su estilo, que suma. Porque para admirar a alguien también tiene que ser un poco diferente. Si la estuviera en mi equipo y no se subordinara, acordaría entre ambos cuál es el resultado final que se busca. Al margen de lo que piense mi hijo, Lilita se ha equivocado poco y nada.

-¿Por qué cree que hubo una percepción de desaprobación, por parte del papa Francisco, a quien conoce bien, del gobierno de su hijo?
-Durante años cenábamos o almorzábamos juntos una vez por semana. Él se actualizaba sobre la visión empresaria a través mío. Me preguntaba; yo contestaba. Ahí vi que le preocupaba mucho el país. Fuimos juntos a Roma y charlamos las ocho horas del viaje. Francisco como papa es incuestionable; pero como hombre y político no deja de ser falible. Yo lo veía demasiado populista y se lo he dicho.

-Tuvo opiniones elogiosas para el gobierno kirchnerista, ¿qué lo hizo cambiar de opinión?
La desilusión fue que vi que la transparencia, la honestidad, estaban totalmente ausentes. Una vez, me llamó Néstor [Kirchner] con [Oscar] Parrilli para que acercara al país a China. Ellos no querían préstamos; querían asociarse con los chinos. Había funcionarios o empresarios, como los De Vido, los López, que me disgustaban completamente. Les conseguí un préstamo por US$ 10.000 millones y les dije que usaran eso. De ahí en más lo que hubo fue pura corrupción.

-¿Usted fue clave en el proyecto de las represas patagónicas?
Sí, pero me borraron de entrada. Los K le pidieron de entrada comisiones escandalosas a la empresa china Gezhouba. Mucho después, vinieron los de Electroingeniería con los de Gezhouba, a decirme que querían asociarse conmigo. Como ellos estaban creciendo muchísimo, querían hacer una empresa constructora de alto nivel para trabajar en el mundo. “Vos tenés los antecedentes, nosotros tenemos la plata”, dijeron. Como yo no decía nada, insistieron: “Estamos dispuestos a dar hasta el 50 % y financiar el resto. Va a ser la empresa más grande del mundo”. Y les dije: “Los felicito, que tengan suerte”.

-¿Las empresas que figuran en los Panamá Papers fueron declaradas?
-Los Panamá Papers son un absurdo total. Ese tema no se entiende; Mauricio no ha querido que yo me metiera. Cuando quise competir por obras en el Canal de Panamá con China, para poder cotizar y participar de cualquier licitación allí, necesitaba de una empresa panameña para presentar la oferta. ¿Si las declaré? Estoy casi seguro que sí. Mis empresas seguían todas las normas. Para mí los Panamá Papers son un tema político, una payasada superada por los hechos. En Brasil, seguramente, he tenido empresas offshore para poder presentar ofertas allí.

-¿Siente que su rol empresario terminó perjudicando a sus hijos?
No, yo terminé haciendo a mis hijos dueños de Socma.

-¿Cuál es su opinión sobre el enfrentamiento de Trump con China?
El proteccionismo es una discusión de toda la vida. Y Trump ya me lo decía a mí en los 80: “Franco, este es mi país, qué venís a hacer acá? ¡Andate!” Trump es así. Por otro lado, Estados Unidos no ha cambiado tanto como para que a los americanos les guste hacer cosas fuera de su casa.

-¿Cómo fue su relación con Trump?
Difícil. Tenía un terreno sobre el Hudson para hacer un edificio, pero nunca se pudo hacer nada, porque Trump se opuso. En un período lo mandé a Mauricio, que tenía buena relación con él. Un día lo fui a buscar y estaba jugando al golf con Trump. En cierto momento, en un buen tiro de Mauricio, colocó la pelotita en hoyo. Trump agarró su palo de golf y lo rompió a los gritos. Hizo bien Mauricio en retirarse del negocio. Además, Trump nos liquidó con un precio razonable. Pero la competencia mía era con Trump, no era por la plata. Siempre me he divertido haciendo negocios.

-¿Trump toma decisiones impulsivamente?
No, no, de loco no tiene nada. Prepotente es. Lo que me sorprendió fue que nunca pensé que él pudiera delegar su empresa en sus hijos, que están muy bien preparados e hicieron crecer su empresa.

-Mauricio, ¿debe aspirar a una reelección?
No. Como padre, le digo, cuatro años es suficiente. ¡Deber cumplido!

-¿Quién debería tomar la posta?
-No sé, pero Lilita siempre tiene que estar.

-¿Cómo quiere ser recordado?
Como el padre de Mauricio.

-¡Qué raro! Antes destacaba su rol de hacedor, de gran empresario.
No, no, empresarios hay muchos, pero no hay muchos padres que tengan un hijo presidente.(Fuente La Nación)

Acerca de Oscar Posedente 12821 Articles
Periodista, locutor, actor y editor de Semanario Argentino y de Radio A de Miami. Director de Diario Sur Digital.