Un standapero inolvidable

De pronto, en el escenario de “Standeperos primerizos”, aparece un tipo trastabillando –como si lo hubiesen empujado-.  De espaldas a la platea, el tipo lo recorre como buscando algo. Así, en medio de su búsqueda, se encuentra con la platea. Tras la sorpresa, rompe el silencio con lo siguiente:

“Disculpen,hace un momento estaba entre uds y ma dieron ganas de…hacer pis, y le pregunté al acomodador dónde quedaba el escenario, y aca estoy, en el baño. No sé si ya se los conté, no? Lo que pasa es que me olvido de las cosas.
O, mejor dicho, las confundo, o me cuesta sostener el recuerdo de lo que voy relatando.

Los médicos dicen que el origen tiene que ver con mis viejos a la hora de gestarme. Para empezar, mi viejo, que se olvidó de ponerse forro.  Y después mi vieja que, por ser primeriza, confundió los síntomas del embarazo. Además, como era irregular a la hora de menstruar- aunque ahora los médicos dicen que no era irregular sino que se olvidaba de hacerlo -, creyó que, los bajones de presión y las nauseas y vómitos que comenzó a tener, se debían a que era hipotensa y que andaba mal del hígado.

Ni se le cruzó pensar que estaba embarazada. Así que, para la presión, se la pasó chupando whisky y, para el hígado, solo comía puré de zapallo y dulce de membrillo. El resultado es que nací con más alcohol en sangre que “Keith Richards” y al borde de la diabetes. Pero eso no fue nada.

Como la partera se olvidó de desenroscarme el cordón umbilical, casi muero en el parto. Decí que mi vieja le preguntó por qué me habían puesto bufanda si estábamos en verano, que si no…

A pesar de todo fui creciendo bien. La joda fue a la hora de empezar a hablar. Yo no tenía ningún problema de dicción, el asunto es que, como me olvidaba del significado de las palabras, las confundía. En una de esas, tenia ganas de hacer caca y le decía a mi vieja, “upa”.

Mi mamá me levantaba y la cagaba toda. Por ahí quería la mamadera y decía, “caca”. Entonces, me sentaban en la pelela y, mientras esperaban a que yo hiciera lo mío, me ponía a llorar de hambre hasta que después de una hora se daban cuenta. Lo que sí recuerdo bien, fue cuando empecé a ir solo a la primaría.

Pasado un tiempo, una amiga de mi vieja le dijo que me estaba sobreprotegiendo y la convenció para que fuera solo al cole. Mi vieja me agarró y me dijo, “Nene, a partir de mañana, vas a ir solo al colegio”. Yo tenía 12 años y estaba en séptimo grado.

Así que al otro día, a las siete y medía de la mañana, con el delantal almidonado, y una emoción enorme, nos dimos un beso con mi vieja y salí para la escuela. A la diez de la mañana, un policía me trajo a mi casa, como me olvidé de cuál era mi colegio, me había perdido. Pero mi mamá insistió, al otro día me volvió a dar un beso y salí para el cole.

Al llegar el viernes, cuando el mismo policía, me trajo por quinta vez a mi casa, mi vieja encontró la solución: me anotó en los 9 colegios de mi barrio.

Yo salía de mi casa, y en el primero que encontraba me metía. Lo más triste de todo fue a fin de año: como tenía 18 maestras y 283 compañeros, me quedé sin despedirme de la mayoría.
Lo que también me perdí, fue el viaje de fin de curso, mi viejo ni en pedo hubiera pagado 9 viajes.

Bastante si se bancó que mi vieja, para no quedar mal con ninguna, hubiera comprado 18 regalos para el día del maestro. De todos modos, creo que fue mejor. Como la excursión se hacía en enero, seguro que me olvidaba del día que salía el micro. Perdón, pero me estoy haciendo encima ¿Me pueden decir dónde queda el, eel…el escenario?”
“¡Al fondo a la derecha!” respondió el público al unísono.

Acerca de Oscar Posedente 12821 Articles
Periodista, locutor, actor y editor de Semanario Argentino y de Radio A de Miami. Director de Diario Sur Digital.