Como ayudar a quien no se deja

Puede ser desesperante y muy frustrante ver a un familiar o a alguien cercano en dificultad, tratar de ayudarlo y que esta persona no se deje ayudar.

Desde el punto de vista de quien quiere acercar la solución surgen todo tipo de dilemas. Desde tener la plena seguridad que debe intervenir a como de lugar hasta preguntarse si no estará pasando los límites y se esta metiendo de más en la vida del otro.

Y desde el punto de vista de quien tiene el problema, puede verse y sentirse la situación de muchas formas.

Hay personas que están tan empantanadas en una dificultad que lo único que pueden hacer es recibir una ayuda, porque están tan atormentadas que no son capaces de pedirla.

Están las que creen que no merecen una solución traída por otro, porque entienden que deben sufrir las circunstancias porque son ellas las culpables de su realidad. Y también están las que quedan paralizadas, quedan en pausa y detenidas en el tiempo.

Están sordas a todas las voces consejeras y quedan como zombies pasando sus días. Otra situación que se puede dar es que quien quiere ayudar no va a ser escuchado por quien necesita la solución porque tienen una relación viciada.

Esto se da mucho entre padres e hijos, parejas, amigos, etc. Quien esta tratando de colaborar puede venir con el mejor consejo o la mejor salida a un problema pero la otra parte no lo atiende por el sólo echo que quien se lo dice es alguien a quien no quiere escuchar. Que se hace? Como se encara esta situación? La verdad que no hay un único camino.

Aquí no queda otra que probar por varios frentes. Y a veces la opción que hay que optar es la de correrse y que sea otra la persona que auxilie. Para poder llegar a quien necesita recibir la mano se debe dejar el ego y entender que tener razón no siempre significa que la otra parte la acepte.

Por ejemplo, los hijos que a veces se ponen tan difíciles y no terminan de aceptar las cosas, hasta que quien se las dice sea otro familiar que no sean sus padres, o al revés, padres que no terminan de entender si quien los trata de salvar es otra persona que no sean sus hijos.

Todo lo que una persona pueda recibir desde el afuera no son más que facilitadores a encausar las ganas de cambio que lleva dentro. Hasta que no se produzca “un click” y no aparezca un impulso (por más débil que sea) a salir de donde está, no habrá manera que socorrerla. Ese “click” lo puede producir una palabra, una frase o tal vez un largo speech.

Además debe estar acompañado por el momento exacto y por el interlocutor correcto. Por eso al momento que quieras cooperar con alguien debes querer hacerlo sinceramente y sin egoísmo ya que tal vez lo único que tengas sea la ayuda o el consejo correcto, pero tú no eres la persona a quien quieran escuchar en ese momento. Un acto de amor de ese tipo debe ser tan fuerte, que si es necesario, te permita apartarte por un momento hasta que la salvación sea entendida y recibida por el otro.

El hacer el bien a ti y a otros es mucho más sencillo de lo que crees. Recuerda

#CuandoSeQuiereSePuede

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