Un alivio para Temer: la justicia lo absolvió por la campaña de 2014 y evitó su destitución

Por 4 votos a 3, el Tribunal Electoral determinó que la fórmula encabezada por Dilma Rousseff y él como candidato a vice no se financió con dinero ilegal. Pero enfrenta otros procesos.

Fueron cuatro días que parecieron una eternidad. Y no sólo para la ex presidenta Dilma Rousseff y su ex vice Michel Temer, actual jefe del Palacio del Planalto. También para aquellos que acompañaron, en forma obligada, las largas horas de exposición del juez Herman Benajamin; el magistrado que tenía como premisa anular el triunfo conquistado por ambos en octubre de 2014, al obtener más de 54 millones de votos.

Al final de esa maratón, la Corte electoral empataba. Esta noche, a última hora, fue el presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE), el juez Gilmar Mendes, dio el voto que decidió el destino de Temer al pronunciarse por la absolución. Despejaba así, al menos en forma temporaria, la tormenta que oscureció los cielos del país, cuando parecía que en horas quedaría acéfalo.

No por casualidad el ministro Mendes denunció que estaba en curso un “golpe” gestado en “el silencio de la noche”. Aunque no identificó a los responsables, indicó que es preciso defender la democracia. Claro que este desempate, que libera de culpas a Dilma y Temer, no significa la recuperación de la estabilidad absoluta.

Son muchos los que vaticinan nuevas revelaciones sobre Temer, que podrán colocarlo contra las cuerdas. Hablan de una decisión de la Procuración General de la República (PGR) de acusarlo de delitos de corrupción pasiva y de “responsabilidad del funcionario público”.

Pero esto quedará para los meses siguientes. Hay quienes afirman, a través de columnas en los grandes medios periodísticos, que Temer ganó como mucho tres meses de tiempo.

 

Lo curioso de todo esto, es que este juicio empezó como un gesto camorrero. Así lo habría de confesar quién gatilló el proceso, por sentirse herido en su amor propio: el ex candidato opositor Aécio Neves, quien hoy está en el centro de un gran escándalo de corrupción.

Junto con su partido, el socialdemócrata, presentó un pedido el 18 de diciembre de 2014 para que el tribunal electoral revocara el triunfo de la candidata oficialista y su vice. “Solo fue para hinchar las bolas del PT. Pero nunca pensé que llegaría hasta el fin” admitiría frente a un empresario, Joesley Batista, que se tomó el “trabajo” de grabarlo para después usar ese audio como testimonio en su delación.

Es que en el gobierno de Temer, el senador Neves se erigió en su principal aliado. Y convenció a su partido de seguir la misma orientación. Tanto que el PSDB –los socialdemócratas—decidieron ser parte del oficialismo con la participación de cuatro ministros claves; entre ellos, Aloysio Nunes Ferreira, canciller y Antonio Imbassahy, ministro jefe de gabinete.

Lo cierto es que un año y medio después de aquella “broma” de Neves, a fines de 2015, el juez Mendes sintió que debía reactivar el proceso. Había una razón: desplazar a Dilma Rousseff por entender que la entonces jefa de Estado no reunía condiciones para gobernar. Claro que los hechos posteriores mostraron que no hacía falta el juicio en la Corte electoral.

Bastaba que el Congreso declarar el impeachment contra la gobernante y lo llevarán adelante. El juicio promovido por Mendes se tornó innecesario. Pero ya no había cómo detener su reactivación. Ya habían elegido al juez Herman Benjamin, del máximo tribunal electoral, para hacerse cargo del asunto. Este magistrado decidió seguir adelante y le imprimió velocidad a su investigación a partir de febrero, poco después de la rara muerte del juez de la Corte Suprema Teori Zavascki que tenía en sus manos las delaciones del grupo Odebrecht.

Una vez que Benjamin lanzó esa carrera, el gobierno de Michel Temer intentó deslindar responsabilidades. Pidió al tribunal electoral que juzgara su caso en forma independiente del proceso contra Dilma Rousseff. Pero ese plan fracasó. Entre otras cosas porque en el medio del juicio contra la fórmula presidencial surgieron evidencias de “permisión” del presidente Temer con actos de corrupción. Hay una frase que los brasileños gustan de repetir, sobre todo cuando se refiere a este caso: “El hechizo de volvió contra el hechicero”.

Por más que el presidente brasileño haya sido absuelto por los jueces del Tribunal Superior Electoral (STE), pesan sobre él otras denuncias pesadas. Y estas vendrán los próximos días, según auguran en Brasil los grandes medios locales.

Quedan, para la historia, las explicaciones de Mendes sobre su voto a favor de la impunidad presidencial. Es cierto que evitó la segunda condena contra Dilma Rousseff. Pero como dijo la ministra Rosa Weber, miembro del STE y de la Corte Suprema, “Dilma ya fue alejada del poder. Ahora lo que está en juego es la continuidad de Temer”.

En verdad, la decisión de Mendes es un acto de justicia puesto entre paréntesis. Ocurre que él viajó el 10 de enero de este año con el presidente Temer hacia Portugal. La justificación fue asistir al funeral de un gran político portugués Mario Soares. Nadie sabe qué fue tratado en esas largas horas entre Brasilia y Lisboa. Pero hubo y hay muchas dudas.

 

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