Las dos órdenes que bajó María Eugenia Vidal para ganar la elección

Pidió que cada municipio se comprometa a repetir (como mínimo) el resultado de 2015. Y que "todos los funcionarios jueguen". ¿En campaña o como candidatos?

La pelea electoral

Una vez encadenada de la otra. Se mezclan. María Eugenia Vidal bajó dos órdenes internas para convertir en realidad su obsesión: ganar las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires. Por un lado, pidió que «todos los funcionarios jueguen» de cara a las primarias y al comicio general; y en paralelo, como parámetro,les exigió a los 69 intendentes de Cambiemos y a los referentes del oficialismo en los otros 66 municipios que integran la provincia «al menos repetir el resultado de 2015». Cada uno de los objetivos que trazó la gobernadora, claro, tiene su historia.

Todos unidos triunfaremos

Si Mauricio Macri intentó en el arranque de su gestión desdramatizar la importancia de las elecciones de medio término, Vidal entendió rápido que no habría Cambiemos por muchos años si el 2017 no deparaba un triunfo. En algún momento, acaso previendo una derrota, la gobernadora también intentó bajarle el precio en público a los comicios. Enseguida se rectificó y alineó su discurso a lo que decía en privado.

La gobernadora se puso ella misma al frente de la campaña (es la que mejor imagen tiene, aun por encima de Macri y cualquier opositor) y reclamó que «todos los funcionarios jueguen». La traducción de esta orden es diversa. «La idea es que seamos candidatos en los distritos», interpretó ante Clarín uno de ellos, con anclaje en un partido del GBA. «No es tan así, la idea es que estén al frente de la campaña, de los timbreos por ejemplo», matizó también frente a la consulta de este diario un funcionario provincial.

 

Ya hace varias semanas, el Gobierno bonaerense encara timbreos masivos, con cientos de dirigentes. Ahí se suman, por caso, Alex Campbell, subsecretario de Gobierno y Asuntos Municipales bonaerense, y Agustina Ciarletta, directora de Desarrollo Social nacional, en San Fernando; Lucas Delfino, subsecretario de Gestión Municipal nacional, en Hurlingham; Leandro Costa, también funcionario de Desarrollo Social en Nación, en Escobar; Gabriel Mercuri (Desarrollo Social en Provincia, hijo del histórico dirigente del PJ), en Lomas de Zamora; Ezequiel Pazos (Desarrollo Social provincial), en José C. Paz.

La mayoría de ellos ya fueron candidatos en esos distritos e incluso algunos tiene cargo de concejal local y funcionario. La ley aún lo permite.

Pero la idea de que «jueguen todos» incluye a importantes ex funcionarios, como Carlos Regazzoni, que fue echado como director del PAMI, pero a quien podrían apelar como candidato en Almirante Brown, distrito en el que ya compitió (y perdió) en 2015.

Este pedido de compromiso con la campaña que bajan tanto Vidal como su hombre de confianza y jefe de Gabinete, Federico Salvai, es lo que explica el recelo que generó en la Provincia el supuesto desgano que mostró en un principio el ministro de Educación nacional, Esteban Bullrich, para encabezar la lista de senadores. Es decir, para ocupar el puesto de mayor relevancia en las listas de las legislativas.

Las dudas de Bullrich derivaron en un cara a cara con Vidal donde el ministro le habría jurado sus ganas de ser. ¿Habrá alcanzado para convencerla y coronarlo al frente de la boleta de Cambiemos? Si lo quieren de candidato bonaerense, ¿por qué el fin de semana lo mandaron a timbrear en Salta?

​Cómo mínimo un empate

La otra ​orden que bajó Vidal es numérica, ideal, difícil de cumplir. Una guía. La gobernadora, a través de sus operadores políticos (además de Salvai, el ministro y ex intendente de San Miguel Joaquín de la Torre, entre otros), reclama a cada jefe comunal o referente local de los 135 municipios que componen la Provincia, que al menos repitan la elección de 2015, que terminó con el triunfo de la actual gobernadora.

Ahí hay algunos matices para destacar. Se descuenta que Vidal se refiere a su propia performance en la elección general de aquel año, donde terminó orillando los 40 puntos, casi 5 por arriba de Aníbal Fernández. Ocurre que Mauricio Macri, en la Provincia, quedó por debajo de Daniel Scioli en la presidencial, por 3,5 puntos menos. Si repiten ahí, pierden. No es la idea.

 

En el Gran Buenos Aires, los distritos que llevan el mayor peso electoral, Vidal le ganó en 11 a Aníbal F. (Avellaneda, San Martín, Ituzaingó, Lanús, Morón, Quilmes, San Fernando, San Isidro, San Miguel, Tres de Febrero y Vicente López) y perdió en 12(Almirante Brown, Berazategui, Esteban Echeverría, Ezeiza, Florencio Varela, Hurlingham, José C. Paz, Lomas de Zamora, Malvinas Argentinas, La Matanza, Merlo y Moreno). Tigre, en tanto, lo ganó Felipe Solá, que iba en la boleta con Sergio Massa para presidente.

La gobernadora tiene una planilla de Excel con los 69 municipios que gobiernan intendentes de Cambiemos. Hay 24 puros del PRO, 37 radicales, 4 vecinalistas, 3 del PJ y 1 del partido FE del sindicalista Gerónimo «Momo» Venegas. Entre todos, suman más de cinco millones y medio de electores, cerca de la mitad del padrón. Allí buscarán hacer pesar el aparato oficialista local, además del provincial y el nacional.

Los más importantes, por la cantidad de votantes, todos arriba de los 200.000, son 10: San Miguel, Pilar, Morón, Tres de Febrero, Vicente López, San Isidro, Lanús, Quilmes, General Pueyrredón (Mar del Plata) y Bahía Blanca. En San Isidro, donde gobierna el radical Gustavo Posse, Vidal obtuvo su récord del GBA en 2015, con unos 64 puntos. Le siguió la Vicente López de Jorge Macri, con cerca de 60.

 

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