Cristina juega sus últimas fichas

En más de una oportunidad, estimado lector, usted habrá escuchado la frase “Cristina subió la apuesta” o “Cristina redobla la apuesta”, y es cierto. Siempre, absolutamente siempre, desde que falleció Néstor, Crisitna cometió un error tras otro, subiendo o redoblando la apuesta, y cada vez esos errores fueron peores.

Tal es así que, a modo de ejemplo, ella misma dijo, y sin ruborizarse en uno de sus actos al mejor estilo chavista “Aló Presidente”: “La economía la sigo manejando yo, como hacía Néstor (Kirchner). (Axel) Kicillof es mi mejor asesor y mi mejor asistente pero las decisiones son siempre políticas en economía”.

Y está bien… eso explica el desastre económico generado durante su mandato. La más clara demostración es haber dejado el Banco Central en cero, índices de inflación y pobreza alarmantes y un déficit fiscal del que todavía hoy es muy difícil salir debido al costo político y social que esto generaría. Pero eso ya es el pasado, y en el presente, aunque la situación es totalmente distinta, su comportamiento sigue siendo exactamente el mismo.

Cristina, dentro de su problema mental (no es ninguna novedad, a esta altura, que la ex presidente padece un importante desequilibrio emocional) repite los mismos errores que, sistemáticamente, cometió durante su gobierno. No es necesario enumerar las desacertadas decisiones económicas, ya que no es tema de esta columna, pero si los errores políticos, como por ejemplo sus elecciones de candidatos, empezando por Amado Boudou elegido por ella misma para la vice presidencia de su segundo mandato, siguiendo por las designaciones de Zanini para acompañar a Scioli en la fórmula presidencial de 2015 finalizando con la peor, la de poner al Aníbal Fernández y Martín Sabbatella como candidatos a gobernador y vice en la provincia de Buenos Aires. Pero Crisitna siempre redobla la apuesta, y fiel a su filosofía del “vamos por más” sigue siguiendo sus instintos, que son los mismos que la llevarán al fracaso final o zafar de ir presa gracias a los fueros que pretende conseguir como senadora.

La situación de La ex presidente hoy es similar a la de un jugador compulsivo, que entró al casino con una fortuna y la dilapidó inexplicablemente pero no por su mala suerte, sino por no saber jugar. Y en ese mundo incomprensible de la mente cristinista, hoy, ella misma se encuentra con los bolsillos vacíos, con dos fichas en la mano tratando de hacer su última apuesta para ver si puede recuperar algo de lo perdido.

De hecho, a esta altura de las circunstancias, no tiene nada que perder. Está rodeada por todos lados y plantea una campaña sin reglas, sin respeto y sin límites. Tal es así que gracias a su necedad llevó al peronismo a una nueva división (una más en su basta historia de desencuentros) que, muy posiblemente vuelva a hacer que Cambiemos gane la elección.

Un párrafo aparte merece lo que verdaderamente sienten los kirchner por el peronismo. Ellos, más que nadie son el claro ejemplo de lo que alguna vez definió como peronistas el genial Jorge Luis Borges: “Los peronistas son gente que se hace pasar por peronista para sacar ventaja”.

Es más que evidente que la ex abogada exitosa sigue convencida de que las cosas se deben hacer como ella quiere y como a ella le parece. No escarmienta, y no asume que es ella la única responsable no solo del desastre al que llevó al país, además del propio en el que tembién involucró a sus hijos.

Cristina está imposibilitada de ver la realidad, y no la ve porque su enfermedad no se lo permite. Está enferma de poder y de ambición, y eso, sencillamente eso, la llevará a que su última jugada la salve o la deposite en la cárcel.

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Escritor , periodista.

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