Medita, medita, medita

El ritmo de la vida actual, la velocidad que entre todos alimentamos y que repercute en todas nuestra actividades y la hiper conectividad, hace que aparezcan nuevas ansiedades. Al ser nuevas, las mayorías de las personas notan que están más estresadas, nerviosas y ansiosas pero no siempre saben en donde se originan. Ante tanta vorágine no hay tiempo físico de ponerse a pensar un instante qué es lo que esta sucediendo y algo peor, no sabe bien qué hacer.

Cuando aparece un tiempo libre, las personas lo usan para estar con sus seres queridos u ocuparse de si mismas, pero por lo general sin desconectarse completamente del “ruido” de sus ocupaciones. En esta época de nuestra historia humana, la gran mayoría de nosotros todavía estamos obnubilados con las constantes novedades que nos traen las nuevas herramientas tecnológicas.

Especialistas de varias áreas están descubriendo y haciendo informes científicos de cómo repercute en la mente de las personas (y a la vez en el organismo) la exigencia extrema en el rendimiento de las actividades diarias, en la velocidad que nos imponen y nos auto-imponemos para hacer nuestras tareas, la atención exagerada a las redes sociales como Facebook, Instagram o Twitter y la energía extra que se gasta en solucionar los problemas que genera la mala comunicación interpersonal que se da a través de diferentes medios digitales, como por ejemplo el whatsapp. Al no haber tiempo, las personas toman soluciones envasadas donde viene todo solucionado, o por lo menos así lo prometen quienes las ofrecen.

Si bien hay muchas de esas soluciones que sirven, hay muchas otras que no. Es por eso que te aconsejo que crees un espacio donde puedas pensar en lo que te esta sucediendo y a la vez puedas calmar tu mente para que elijas la mejor solución o el mejor camino que te lleve hacia donde quieras llegar. Este espacio que te propongo se crea con meditación.

Meditar es conectarse con nuestro interior y hacer introspección para poder calmar el “ruido” interno. Al
estar más conectados con nosotros mismos tomamos más conciencia en donde estamos parados, cómo estamos y hacia donde queremos ir. Algo que te sugiero es que no encierres el tiempo de meditar sólo a un momento de silencio absoluto con cómodos almohadones e incienso. También se puede meditar de pie tomando un café en el medio del centro de la ciudad.

El tiempo que te dediques a meditar puede ser el que puedas. No siempre se tiene una o dos horas para esta actividad. Si comienzas con tan sólo cinco minutos diarios, también sirve. Por supuesto que si tienes más comodidad, más silencio y más tiempo es mejor. Pero sino, no importa, aunque sea poco pero todos los días; sirve. Si te toca meditar en el medio de la actividad de tu día diario comienza controlando la respiración, si estas en una situación que puedas cerrar los ojos mejor y si te puedes sentar aún mejor, pero recuerda: de pie, con ojos abiertos y ruidos alrededor también se puede.

En las primeras prácticas sentirás que no te sirve y que estás perdiendo el tiempo. Pero si lo repites concentrándote en controlar la respiración (aspirando por la nariz y exhalando por la boca de forma tranquila), en calmar la mente (tratando de no pensar en ese momento en ideas que te inquieten) y no pones atención en el resultado de la meditación, en el pasar de los días la misma mente va a ser quien te pida esos momentos para frenar aunque sea cinco minutos por día para volver a la actividad con más energía.

El sentirte bien es mucho más sencillo de lo que crees. Recuerda #CuandoSeQuiereSePuede

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Mentalista, motivador, hipnotizador.

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