Por suerte está Badía

A 5 AÑOS DE LA PARTIDA DE JUAN
Esta nota fue publicada en la edición del 6 de junio de 2005 –cuando Juan vivía-. Este 29, se cumplen 5 años de la muerte de Juan Alberto Badía, elegí volver a publicarla dado que expresa mi sentir y mi pensar acerca de lo que su “hacer” significaba para mí y otros muchos argentinos. También, porque no está teñida por la mirada que muchos “medios” tienen en los comentarios post-mortem sobre algún personaje de conocimiento público: ensalzarlo y elogiarlo por una única razón, la de estar muerto.
Agradezco a esta profesión el haber podido publicar esta nota hace doce años y a Semanario Argentino que me permitió hacerlo. Mi sentimiento es de tristeza. Pero a ésta, la supera la bronca: si Juan Alberto estuviese vivo seguiría sin tener el espacio que su talento y su generosidad se merecían.

El “Negro” Juárez está ahí, todo gordo, todo tango. Su “papada” parece un “fuelle”, tan fuelle como el que apoya sobre sus piernas. Quizás lo suyo no sea gordura, sino tango que le crece y le crece con los años, a medida que toca y canta. Vaya uno a saber cuál será la dimensión de este hombre-tango cuando llegue a viejo. Porque la cosa no termina en él. El “Negro” hace desbordar su tango a través de la pantalla de la “tele” y mi “Negra” y yo, nos sentimos bañados por él. Por esa voz medio cascada y llena de polenta que hace vibrar toda la casa como si fuera otro fuelle más.
Durante el tiempo que dura el recital, además de su música solo se escucha algún “¡que bárbaro!” de mi “Negra”, o los “es un hijo de puta”, que no paro de mandarle mientras miro fijo la pantalla.

El asunto es que, según parece, mi mujer y yo terminaremos tan gordos de tango como él: por si faltaba algo, ahora se le suma María Graña. ¿Hará falta agregarle algo más a esas dos palabras que conforman el nombre de esta artista? Quizás, que ella también al igual que Juárez pero con estilo femenino, aumenta de peso cuando canta. O que, también, se juega el alma en cada nota hasta transitar por la sutil cornisa de quebrar la voz. Pero no, cuando con su canto te elevó hasta el cielo y de golpe sentís que te vas a venir en banda, la muy desgraciada te aterriza suavemente como una pluma de calandria meciéndose en el aire.

Cuando nos quisimos acordar, el programa terminó. Creo que hasta las perras estaban tan llenas de tango como nosotros. Y con ganas de seguir tangueando hasta reventar. Mientras mi “Negra” se levantó para cebarse unos mates tardíos, me di cuenta de lo feliz que me sentía. Por un rato, el tiempo que duró el programa, el mundo se había detenido y yo me sentía pleno. Sonreí, si mi esposa no hubiera hecho “zapping” después que terminó el partido Ecuador-Argentina, todavía estaría puteando, lleno de bronca. Pero eso no era todo, si por Canal 7, los sábados a las diecinueve, no estuviese “Badía en Concierto”, me habría perdido esa delicia que acababa de degustar.

Después, las mañanas de “Piedra Libre” viajaron desde lejos, recorriendo en el trayecto a aquel “Badía y Cia” en el que los músicos argentinos podían “tocar en vivo” con un sonido de “primera”. “Que cosa”, pensé, “a más de veinte años de aquello, Juan Alberto Badía tenía el justo reconocimiento que se merecía: 2 horas, previas al “prime time”, en el canal estatal.

Cierto que podía ser peor, podía no tenerlas. Pero, en verdad, es por lo menos injusto que este tipo no tenga un espacio y un reconocimiento mayor, con tanto gil ocupando pantalla. Pero, como suele ocurrir desde que las leyes de mercado ganaron los canales, más de uno dirá que eso no “vende”. Si uno pregunta “si probaron”, la respuesta será “no”, “no hace falta”. El domingo al mediodía nos juntamos a comer los ravioles con la “flia.”. Mientras le dábamos al “Gancia”, al salamín, y al queso “Mar del Plata”, “Nico”, que tiene 28 años, me tiró, “los viste al “Negro” Juárez y a María Graña en lo de “Badía”. Y ahí saltó mi cuñado, mi sobrina, y el resto de la familia. Así, cacho de salamín va, cacho de queso viene, la picada se llenó del tango de Juárez y la Graña. Entre elogio y elogio, surgía siempre una pregunta a modo de queja: ¿Por qué no había más programas así?

Entonces la discusión derivó hacia la política. Desde la inflación hasta la deuda externa-eterna, las razones fueron múltiples. Lo cierto es que al final, terminó en lamento: el de no poder ver a nuestros músicos. De repente, desde el sillón donde le daba la teta a Mateo, la voz de Nancy llegó como un consuelo: “Por suerte está Badía”. Y todos se relajaron, aliviados.

En su programa de Canal 7, Juan Alberto tiene un libro en blanco en el que los artistas escriben sus dedicatorias. Es bastante grande, pero suficiente. Si alguno de los directivos de los canales “grandes”, se animaran a hacer uno para el público de Juan, se llevarían una sorpresa. No por las dimensiones que habría de tener- es obvio que sería inconmensurable-, sino porque en su mayoría, más que el “sos un ídolo”, las dedicatorias llevarían lo que el domingo en casa: “Gracias Juan”.

N/A: a continuación, hago público el correo electrónico que recibí a los dos o tres días de haberse publicado esta nota. El correo era enviado por Juan Alberto Badía.

Ricardo…mi amigo Fredie Fernández Volpe, que vive en Miami, me indicó tu página y tu artículo para que lo lea. Cuando terminé de leerlo tuve que quedarme en silencio un rato y explicarle a mi mujer el por que de mi cara. Gracias por estar. Gracias por emocionarse y disfrutar de un concierto que siempre está amenazado por el rating y que muchas veces me pregunto por que me encapricho en sostener.

Gracias por que una familia coincidió en verlo con el corazón abierto a la emoción que generan los artistas, que son lo mas grande que tenemos. Estoy emocionado por tu artículo y a pesar de los años que llevo en este oficio, tus palabras son el mejor premio a mi esfuerzo y al de los músicos que siguen creyendo en mi propuesta. Algunas veces pienso en esta utopía hecha realidad en tu relato.”Me imagino una familia frente al televisor, impedida de ver a sus artistas favoritos en vivo, sentada en su living DISFRUTÁNDOLOS!!!.”
Vale la pena… seguir encaprichado… aunque la cosa pase por otro lado.
Después de todo, no soy un privilegiado, tener un lugar todavía en la tele para poder hacerlo?
Gracias Ricardo…me diste aire para seguir. Saludos a tu familia y a tus lectores. Hasta cada sábado…” EN CONCIERTO”

Juan
Hace doce años, leí con emoción y bronca este correo: cómo, mi artículo, iba a ser el mejor premio para ese tipo entrañable que se merecía un Monumental con todos los músicos que pudieron tocar en televisión, con una calidad de sonido únicamente brindada por Juan y, todos, tocando para él, como homenaje..
En estos quince años que está por cumplir Semanario Argentino, esta columna, la llevo en mi corazón.

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Acerca de Ricky Veiga 52 Articles
Escritor, guionista, productor de Radio y TV.

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