Todos somos Barcelona

Pasaron ya cuatro días. Estoy agotado y sentado en un bar frente a la emblemática Basílica de la Sagrada Familia.
Varios policías, con armas largas, concentrados en su objetivo, observan para adentro, nos miran y siguen. Sin duda, el golpe fue tan duro que, no descansarán por mucho tiempo intentando prevenir, desmembrar, capturar y matar a todo grupo, o persona que quiera imponer su ideología desde el más absurdo e incomprensible de los razonamientos. La violencia y la muerte.

Recorrimos con el equipo de Semanario Argentino el trayecto que la camioneta del terror realizó en uno de los lugares más concurridos de España, las Ramblas de Barcelona. Mientras lo hacíamos no entendíamos como la tragedia no fue mayor.

Las Ramblas es un boulevard que comienza en Plaza Cataluña y finaliza en la estatua a Cristóbal Colón. La furgoneta ingresó por la avenida que se incorpora a la plaza y en sus primeros metros dejó su mayor tendal de muertos y heridos.

“estábamos tomando un helado en uno de los puestos que se encuentran justo en el medio cuando vimos algo que no era normal, la gente era atropellada y venía hacia nosotros, así que arrastré a mi novia hasta la calle, y vi pasar la camioneta a solo 3 metros, algunos no pudieron reaccionar, fue horrible, aún no puedo dormir, me despierto alterado” nos contaba Marino, un joven peruano que estaba de paseo por la ciudad quien junto con su novia portaban un cartel con la inscripción “Abrazo gratis”, con el que intentaban dar consuelo a quienes recorren el lugar en busca de explicación.

Los periodistas tenemos bastante duro el cuero, lo necesitamos, debemos guardar la perspectiva para contar los hechos desde la razón, pero hay un momento entre toda vorágine de trabajo, que a uno le “cae la ficha”… y se quiebra.
Luego, cuando vi los ojos de varios colegas, entendí que era normal.

España estaba en alerta terrorista 4 (sobre un máximo de 5) desde hace casi dos años. Y Barcelona tenía el doble de chances que otras ciudades.
A cualquiera que uno le preguntaba, la respuesta era, “sabemos que va a pasar, lo que no sabemos es cuando, como, o donde”.
En algún momento se especuló con un ataque a la Basílica de la Sagrada Familia.

Lo cierto es que la radicalización en esta ciudad es muy alta, por eso llama la atención como, luego de los ataques con vehículos en otras ciudades, como por ejemplo Berlín, no se haya previsto colocar bloques de hormigón para prevenir cualquier impacto vehicular en un lugar con tanta afluencia constante de gente.

Días antes, cuando estuve en la Feria de Málaga, observé que en la entrada a la calle principal se habían colocado estos bloques. Cuando vi un despliegue policial promediando los festejos, pregunté a un oficial, si estaban previniendo desmanes debido a la alta cantidad de alcohol que se consume en esos días, sin embargo, y muy naturalmente me dijo, “es que estamos en alerta terrorista”.
Tres días después entendí todo.

Hoy, la célula integrada por 12 terroristas, cuya mayoría fueron abatidos (inclusive el chofer de la furgoneta que protagonizó el atentado), ya no está operativa. Eso tampoco significa nada.
La guerra contra el terrorismo no es tradicional, no tiene “reglas”.

La prevención es una tarea titánica donde la inteligencia cumple un papel fundamental. Opinar que se debía hacer o dejar de hacer, con el atentado ya cometido no tiene sentido, los civiles, las personas comunes debemos dejar actuar a los especialistas, aunque obvio, tal vez se equivoquen mas de una vez. No serán perfectos pero darán batalla.

Los “mossos de escuadra”, un cuerpo policial, hizo un trabajo excepcional. En solo horas dieron respuesta a la población de lo bien que realizan sus tareas.

Pero para este cronista extranjero, fue clave la gente, el ciudadano que vive en Barcelona y Cambrils (ciudad costera que sufrió otro atentado el mismo día), hasta para encontrar al autor material, dio muestras de su entereza y su deseo de colaborar en la lucha contra el terror.

A sólo horas, las calles tenían el movimiento habitual. Con mucha tristezas en los rostros? Si, claro, pero sin miedo. El pánico no los movilizó.

Da para reflexionar que, a diferencia de la sofisticación del 911, o de la remota explosión de la Estación de Atocha, hoy los terroristas utilizan algo tan básico como un auto. Una involución, pero mas peligrosa.

Hay menos profesionalidad pero mas fanatismo express.

Entendamos que ya no hay fronteras para el terror.
Hay dos carteles entre tantos que vi, que quisiera dejar flotando por ahí, y que contagien. El de un chico de 8 años que dejó en uno de los lugares de recordación, “Te quiero Barcelona” y el otro, que deberíamos llevar en nuestras mentes para que podamos ver mas allá de nuestras narices… “Todos somos Barcelona”

Acerca de Oscar Posedente 366 Articles
Periodista, locutor, actor y editor de Semanario Argentino y de Radio A de Miami. Director de Diario Sur Digital.

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