Nobel de Física: la historia de la argentina que trabajó codo a codo con los premiados

La investigadora cordobesa, que recibió la noticia del galardón con calma. "Desde chicos no se alienta a las mujeres a entrar en ciencia. Deberíamos ser más", dijo.

la cientifica de cordoba Gabriela González abre el listado de los 10 científicos más importantes de 2016. en la foto durante una entrega de diploma y reconocimiento en el senado 2016 por Federico pinedo Foto Federico Lopez Claro

Los científicos Rainer WeissBarry C. Barish y Kip S. Thorne, ganaron este martes el Premio Nobel de Física 2017 por su contribución en la detección y observación de las ondas gravitacionales.

Y lo lograron gracias al detector de esas perturbaciones espacio-temporales -llamado Observatorio de Ondas Gravitacionales por Interferometría Láser (LIGO)- que surgió del equipo de científicos liderado por la cordobesa Gabriela González y que el 14 de septiembre de 2015 detectó la primera onda.

Revolucionó la astrofísica. Y no es una metáfora: confirma que Albert Einstein tenía razón cuando lo predijo un siglo atrás.

Al día de hoy ya se detectaron 4. La última, el 14 de agosto de este año.

Sobre si este premio a lo más alto en el mundo de la física era ​»cantado» para LIGO, la científica argentina -con la humildad de quien todavía no interiorizó que encabezó la lista mundial entre los 10 científicos de 2016 según la revista Nature- dice  «Nunca nada es obvio».

Pero, bajando el tono de su voz desde Estados Unidos, concede: «Este es el tipo de descubrimientos que se reconocen por muchos científicos. Suponíamos que iba a pasar en algún momento. No sabíamos cuándo».

Los tres galardonados por la Real Academia Sueca de las Ciencias –explica el fallo– contribuyeron de forma «inestimable» a la iniciativa que detectó por primera vez esas ondas. Un proyecto en el que trabajan más de mil personas de distintos países y la investigadora argentina tuvo un rol destacado. Tanto, que en los fundamentos del Nobel, se resalta el trabajo de la científica argentina: «Al momento del descubrimiento, el equipo estaba liderado por Gabriela González, de la Universidad Estatal de Lousiana».

Esa vibración, que llegó a la Tierra de forma «extremadamente débil», provenía de la colisión de dos agujeros negros, sucedida hace 1.300 millones de años, explica el jurado y su medición «es ya una prometedora revolución en la astrofísica».

En diciembre de 2015 se detectó la segunda y en enero de 2017, la tercera.

«Con quien más cercana estoy es con Rainer Weiss. Estaba escribiéndome con él ayer, no acerca del premio, sino por una próxima visita a Boston», dice quien volverá a su córdoba natal para pasar las fiestas.

“Las ondas electromagnéticas nos traen información sobre los átomos y partículas que emitieron esas ondas. Las ondas gravitacionales transportan evidencia sobre la masa de las estrellas y su interacción con el espacio-tiempo. Para entender cómo funciona el Universo lo ideal es enlazar estos dos tipos de información», explicó.

El viernes se encontrará en esa ciudad estadounidense con quien figura primero entre los tres científicos que ganaron el Nobel de Física y reside en Cambridge. Allí Gabriela también asistirá a una ceremonia en la Academia de Artes y Ciencias, de la que fue nombrada miembro. Weiss también lo es.

«Estamos igual de contentos que cuando detectamos la primera onda», dice sobre un Nobel que los premió con 9 millones de coronas suecas (1,1 millones de dólares), después de que este año la Fundación aumentara el valor de las distinciones por primera vez en cinco años.

 

​En ese viaje, además, la científica visitará el equipo LIGO del Tecnológico de Massachusetts (MIT), donde trabajó de 1995 a 1997. Weiss, Thorne y Barish trabajan en la Colaboración Científica LIGO y VIRGO, que une a los detectores del LIGO localizados en Livingston, Louisiana, y Hanford, Washington, y el detector franco-italiano VIRGO, localizado cerca de Pisa, Italia.

En esa triangulación se detectó la tercera onda, es decir, dónde estaban esos agujeros negros. «La ciencia es lo que nos pone contentos. No tanto los premios.»

Weiss nació en Berlín en 1932 y ejerce en el MIT; Barry Barish, nacido en Omaha, Estados Unidos, en 1936, trabaja en el Instituto de Tecnología de California (Caltech) junto a su colega Kip S. Thorpe, también nacido en ese país, pero en Logan y en 1949. Entonces, Gabriela, que nació en 1965, es la más joven de un grupo premiado y dentro de un mundo en el que –se lamenta– hay muy pocas mujeres.

 

«Deberíamos ser más. Las mujeres tenemos el mismo potencial para hacer ciencia. No se les da las mismas oportunidades ni se las entusiasma tanto como a los hombres. De chicos crecemos con la imagen de que un genio es como un Einstein: un hombre, canoso, en un laboratorio sin ventanas. No somos así, también somos mujeres», cierra y llama a la igualdad de un 50% de mujeres en cargos de liderazgo en ciencia, en lugar del 20% de representación femenina en su equipo, igual al promedio en todo el campo.

Hoy la líder de la Colaboración es una mujer: la italiana Laura Cadonati, de la Universidad Tecnológica de Georgia.

La semana Nobel arrancó ayer con el galardón de Medicina a los estadounidenses Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young por sus investigaciones sobre el «reloj biológico».

Tras el anuncio de hoy, mañana se conocerá al ganador o ganadores del Nobel de Química, el jueves, el de Literatura; el viernes, el de la Paz; y el de Economía, el lunes siguiente.

 

Todos los premios se dan a conocer en Estocolmo, a excepción del de la Paz, que se falla y entrega en Oslo por deseo expreso del fundador de los premios, el magnate sueco Alfred Nobel (1833-1896), ya que Noruega formaba entonces parte del Reino de Suecia.

Los premios son entregados el 10 de diciembre, en coincidencia con el aniversario de la muerte de Nobel, en una doble ceremonia en el Konserthus de Estocolmo y en el Ayuntamiento de Oslo.

 

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