Del golpe de estado al liquid paper

Si decimos “No es que nosotros seamos tan buenos, sino que los demás son peores, y nos convierten en óptimos” la inmensa mayoría sabemos que fue una de las célebres frases que el Gral Perón acuñó a lo largo de su vida. Por lo tanto, seguramente, el gobierno de Cambiemos, y los sucesivos, serán óptimos si los comparamos con los más de doce años de gobierno kirchnerista.

Y no será porque vayan a ser buenos, o regulares, sino porque es imposible que exista algo peor a lo peor que nos gobernó en nuestros 200 años de historia. Si hay algo que caracterizó al kirchnerismo, además del robo, la corrupción y el autoritarismo, fue la mentira. El kirchnerismo fue, es y seguirá siendo una mentira, pero hoy se ha convertido en una caricatura de lo que debe ser no solo un gobierno, sino una fuerza política. Siempre, absolutamente siempre
mintieron, pero evidentemente la desesperación en la que están inmersos en estos últimos tiempos, les hace hacer y decir ridiculeces como nunca.

Un claro ejemplo de ello fueron los desmanes que ellos mismos -junto con agrupaciones de izquierda y apoyados por el massismo- organizaron la semana pasada no solo para tratar de evitar que funcione el Congreso de la Nación, sino que intentaron, claramanete, desestabilizar al gobierno.

Más ridículas fueron algunas declaraciones de funcionarios K, diciendo que la protesta se había convertido violenta porque había infiltrados puestos por el mismo gobierno. Un párrafo aparte merecen las declaraciones de la diputada massista Graciela Camaño, quien aseguró tener pruebas para demostrar que los infiltrados habían sido puestos por el oficialismo.

Pruebas que por supuesto jamás pudo mostrar porque adempas de temerarias, sus afirmaciones eran completamente falsas. Estos hechos puntuales, que como dijimos, son solo una ínfima parte de una lista interminable de mentiras estúpidas e infantiles, sirven para graficar en lo caricaturesco que se ha convertido el kirchnerismo.

Lejos quedaron ya algunas de las miles de ridiculeces que hicieron a lo largo de doce años de gobierno, como las payasescas bravuconadas de ex funcionarios K, como Guillermo Moreno, Aníbal Fernández o Luis D`Elía, por citar algunos de los casos más emblemáticos, o la misión a Angola, la creación de Justicia Legítima, el allanamiento al avión del ejército de Estados Unidos encabezada por el ex Canciller Jacobo Timerman, miles de anuncios de obras que jamás se construyeron, como por ejemplo el Polo Audiovisual en la Isla Demarchi… en fin, como dijimos, la lista de ridiculeces kirchneristas es infinita, interminable, pero también debemos reconocer que tuvieron delirios mucho más importantes, como cuando Néstor Kirchner junto a Lula y Hugo Chávez anunciaron la creación del “Banco Sudamericano”.

Pero si hablamos de ridiculeces, las encontramos de todo tipo y color, incluso algo tan inimaginable como tratar de falsificar documentos con “liquid paper”. En estos días, Victor Manzanares, el contador de la familia Kirchner hoy preso en el Penal de Marcos Paz, declaró en la causa Hotesur SA (firma dueña del Alto Calafate), y allí contó que
modificó actas de la empresa con “liquid paper” por orden de Cristina Kirchner pero que nada “fue con un fin malicioso”.

Realmente, ¿a qué persona en su sano juicio se le podría ocurrir tratar de falsificar documentos con liquid paper? Piense usted, estimado lector, que estas mismas personas son las que están perpetrando un golpe de estado al
gobierno de Macri.

Ni en una película de Mel Brooks, o del neorealismo italiano podría haber personajes tan siniestros, ridículos y caricaturescos como los que generó el kirchnerismo. Para graficar al kirchnerismo, o si usted prefiere, a Cristina
Fernández, lo podríamos hacer en un solo párrafo: Personas que pretenden engañar a la justicia falsificando documentos con Liquid Paper aspiran a organizar un golpe de estado con un grupo de manifestantes de izquierda, en su mayoría pagados, y llevados en micros desde el conurbano bonaerense.

Eso es el kirchnerismo, una caricatura. Un grupo de desquiciados que aspiraban a “ir por todo” y terminaron como el personaje del genial Alberto Olmedo el “Yéneral González”, el dictador de “Costa Pobre”, con la sustancial diferencia de que el personaje de Olmedo era ficticio y gracioso, en cambio los K son reales, dañinos y patéticos.

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Escritor , periodista.

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