Cabeceando

Se había preparado el sábado para la gran final, para el bar de Cacho era un día especial. Pero la lluvia no daba tregua, asique los muchachos se conformaron con una breve previa y luego esperar al día siguiente como evolucionaba el tiempo.
Y el domingo ahí mismo después de almorzar fueron acercándose. El primero en llegar, se lo veía en otra cosa era Lucho el Académico, llevando consigo un pequeño aparatito y preguntándole al gran Cacho, “como era wifi de aquí”. Ahí mismo el dueño del bar con cierto aire de suficiencia le dijo “Cacho de América”, y una leve sonrisa y hasta cierta carcajada contagiosa de cada uno de los muchachos, pero por sobre todo del siempre despistado Ciro se hizo eco en todo el bar.

Lucho puso su Tablet en orden, y los demás se fueron sentando en la mesa, faltaban los dos actores principales de este domingo es decir el Colo Tincho y el Gordo Tucho. Como no aparecían más de uno se preguntaba acerca de ellos, pero grande fue la sorpresa cuando se los vio aparecer juntos cada uno con su camiseta.

Era como la propaganda “rivales no enemigos”, pero con cierto aire doméstico.
Los saludos y cargadas previa no se hicieron esperar, mientras el único en su mundo era el Académico, que con su Tablet y escuchando con auriculares su Racing, partido que había comenzado media hora antes que la gran final de la Libertadores.
Los amigos se comenzaban a poner más tensos, el Colo Tincho ya tenía un cierto color en su cara más intenso, ahí mismo al verlo el Bocha le dijo “che, bordó, para un poco que vas a explotar”. Del otro lado estaba el gordo Tucho que no paraba de comer todo lo que estaba a su paso, tal vez la imponente picada especial de la casa que había preparado Cacho, con quesito, aceituna y distintos fiambres era hasta insalubre para su dieta.

Los dos equipos entran al campo de juego, la bombonera esta plena, en la historia del clásico nunca antes hubo un antecedente de un partido así. Lucho con la mirada atenta a su Tablet, algunas veces miraba la pantalla gigante del bar, y por su movimiento de cabeza, el gran Tino le dice, “che Luchito, deja de cabecear, que esto no es un baile y no hay minas”.
Y ahí nomás el partido comenzó. Lo que al principio parecía cauteloso por parte de River que paró cinco atrás, no lo fue, porque los laterales se volcaban contantemente al ataque. Boca era intenso, pelota a pelota se notaba que la presión de la gente con el marco lleno, parecía explotar en el verde césped.
Así los primeros minutos de intensidad, en lo cual más de uno pensó que iba a desaparecer, pero con el transcurrir de los minutos, nada de eso se perdió. El partido era vibrante, intenso, fuera del contexto de un clásico copero.
Mientras esto sucedía, un grito solitario se escuchó en el Bar, no era otro que Luchito con su Racing, que en La Plata se ponía en ventaja con un cabezazo de Centurión. Los otros lo miraban como bicho raro, aunque con algo de resentimiento porque Racing gana y esta más puntero que nunca.

Y enseguida, un grito terrible del Gordo que transpirado y todo, y con su voz a flor de piel cantó el primero de Boca. Pero, el fútbol esa práctica impensada, ese deporte que todo lo hace posible, 30 segundos después, hizo gritar al Colo Tincho, que a través de Lucas Pratto logro la igualdad.
Había ya más que tensión, River iba envalentonado con ese golpe psicológico, pero un gran cabezazo de Benedetto puso en ventaja al término del primer tiempo a Boca.

Y así, llego el segundo tiempo, siempre con Lucho en su mundo Racing, y cabeceando a más no poder entre un partido y otro, pero ahora no solo el, sino que sus compañeros del rojo y el globo también lo hacían rechinando los dientes.
El segundo tiempo de la gran final, fue justamente eso un gran partido, empató River a través de un gol en contra, y luego iba uno e iba el otro.
Llego el final, con Tevez en el medio de la cancha queriendo levantar la cabeza a sus compañeros, ese era el mismo síntoma logrado en el Gordo Tucho, en cambio parece que el River del Colo sacó una pequeña ventaja.
Es “pequeña” porque en el futbol no está nada escrito, dentro de dos semanas se volverán a ver las caras.
Mientras Lucho en su mundo Racing, había dejado de cabecear, y una amplia sonrisa se dibujaba en su rostro.

mm
Acerca de Gerardo Lemmi 62 Articles
Gerardo Lemmi es escritor y periodista deportivo.

Sea el primero en comentar