Carlos Gardel, cada día canta mejor

El 24 de junio se conmemoran 85 años del fallecimiento de Carlos Gardel. El morocho, el francesito o el uruguayo. Uno de los máximos exponentes del tango fue objeto de una biografía manuscrita por Jaime Andrés Monsalve, obra denominada: «Carlos Gardel, cuesta arriba en su rodada» en 2005.

Al parecer llegó proveniente de Toulouse en Francia o de Tacuarembó en Uruguay a Buenos Aires a finales del siglo XIX. Gardel grabó al menos 773 piezas musicales con su grandiosa voz, talento reconocido por todos los argentinos, pues el tango es un sentimiento triste que se baila. En cuanto a lo personal, la mayoría del tiempo estuvo sin liquidez porque su dinero era gastado por gentes que ni él conocía.

El resto de su patrimonio fue invertido en caballos y las apuestas. Gardel era un tremendo aficionado de la hípica, de allí su insigne canción “Por una cabeza”, haciendo alusión a la poca ventaja con la que ganaba un caballo la carrera en el hipódromo, así como somos vencidos en el amor. Aquel amor, que a veces se torna indeleble  e incondicional, como el que él le demostró a su madre Berta Gardés, por eso decía: «Cuando necesito de paz, de tranquilidad, de sosiego, cuando muchos copetines y muchas farras me han cansado, vengo a ver a mi viejecita, y a su lado recobro fuerzas».

Ya en 1933, Carlos ya incursionada en la radio de New York, una ciudad festiva que se recuperaba de la crisis financiera del país mientras padecía el conflicto entre las mafias por el control del licor. Su fama lo llevó a organizar giras por el Caribe, arribó a Barranquilla el 04 de junio de 1935, se presentó en el teatro Apolo.

Días después cantó en el Teatro Variedades ubicado en Cartagena. Luego, el 10 de junio pisó suelo paisa en Medellín. En la noche del 23 de junio de 1935, Carlos Gardel, en la emisora “la Voz de Víctor” ubicada al lado de la Plaza de Bolívar cantó el tango “tomo y obligo”. Aquel sería el último tango cantado por Gardel.

Al día siguiente partió para la ciudad de Cali (Valle del Cauca), el avión debió recargar combustible en el aeropuerto Olaya Herrera de Medellín, el morocho y su equipo almorzaron, partieron de nuevo a las 03:10 de la tarde de ese indeseable 24 de junio de 1935. El autor describe trágicamente el suceso, como si se hubiese podido evitar, como si la obra de Gardel hubiese podido extenderse aún más en el tiempo, así: “al ver que el avión no despegaba, solo atinó a preguntarle: Che, piloto ¿Qué le pasa?, y en cuestión de segundos, en un accionar que todavía hoy resulta inexplicable, en lugar de mantenerse en la pista el aparato giró a la derecha, justo donde se encontraba otro avión, el Manizales, de la Scadta, que estaba pendiente para despegar con cinco pasajeros a bordo. La colisión fue inevitable”.

Solo sobrevivieron cinco ocupantes del avión donde falleció Gardel por el fuerte choque entre los dos aviones.

Allí se convirtió en leyenda, querido por muchos, respetado por todos y luego de 85 años de su fallecimiento, sus composiciones permanecen intactas en la vida de las personas que aprecian una sensible historia cantada en un excelso tango. Él decía: “Mi fama no es mía, es de mi país, de mi pueblo. A quien aplaude el público no es a Carlos Gardel, es al arte popular nuestro”. (Por: Daniel E. Cortés. Abogado y Profesor de Derecho Procesal)

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