Marcelo Bielsa, el líder de la tribu.

La locura de los hinchas del Leeds y el emotivo festejo con sus jugadores, tras el ascenso. " Thank you Marcelo"

Historia de un líder

El 2 de mayo de 2004, Leeds descendió a The Championship. Fue una sorpresa: apenas tres años antes, se había ilusionado nada menos que en la Champions al llegar hasta las semifinales. El 28 de agosto de ese año, la selección argentina de fútbol ganó el oro en los Juegos de Atenas. Sería una sorpresa lo que sucedería luego: no sólo por la renuncia de Marcelo Bielsa dos semanas después sino por el tiempo que correría hasta volver a verlo festejando con sus futbolistas.

Leeds vuelve a la Premier 16 años después de su descenso, habiendo besado la lona de la tercera categoría en este período. Bielsa pudo coronarse 16 años después de aquella medalla dorada, luego de haber revolucionado en los inicios de cada una de sus gestiones en este tiempo y haber acumulado frustraciones en varios tramos finales.

No es un técnico de la élite del fútbol mundial; imposible serlo sin haber dirigido a equipos de la élite. Los elogios de Guardiola, Pochettino y otros de ese escalón no son suficientes. Seguramente sea algo más interesante que eso. Sus principales méritos pasan por otro lado.

Uno, la formación de jugadores aun en una edad avanzada de ellos, su obsesión por mejorarlos. El otro, las tribus que arma a su paso. Nada tiene que ver la idiosincrasia de un vasco de Bilbao y la de un inglés de Yorkshire, pero a ambos, como a los chilenos y a los marselleses, los conquistó por igual. Tal vez tenga virtudes que no deseemos tener pero admiramos que otro tenga.

Hay algo que se repite en Bielsa más allá del paso de los años: esa identificación que genera en el público, el respeto de sus colegas y la gratitud de sus dirigidos.

Bielsa gana de una forma, la suya. Alguna vez reconoció su falta de pragmatismo como un defecto, pero en realidad quizás lo considere una virtud y hasta casi un orgullo. Se impone tanto por personalidad que cambia identidades futbolísticas: a Newell’s, en sus inicios, lo formó de gran actitud competitiva; a la selección chilena la convenció de que la victoria era posible y al Leeds le despegó la imagen de dirties (los «sucios», como los Pistons en la NBA de los primeros años de Jordan) que cargaba de sus mejores años.

Los jugadores, una vez más, lo quisieron para ganar, no porque ganó. Y esta vez, una vez, Bielsa ganó. El fútbol ya le había dado la razón.

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