Siamo Fuori

Por Gerardo Lemmi

El día es apropiado para la ida de un ídolo futbolístico, gris, triste. 

El bar de Cacho esta triste y los muchachos también.  La noticia cayó como un balde de agua fría en este año maldito y totalmente irrepetible 2020.

Se fue el Diego, y en el bar se escuchó decir a Cacho con los ojos llorosos, ¨Siamo Fuori¨, apelando a aquel mundial de Italia, donde justamente y por una de sus genialidades Argentina dejo afuera a los locales.

La charla de los amigos esta vez no tiene chicanas, pero hay algo en común cuando el Colorado dijo ¨nunca vi un jugador tan trascendente en un mundial¨, nadie lo contradijo, y eso en el futbol es como una verdad juzgada.

Es que todavía se recuerda aquel gol a los ingleses, a pesar de que estos les gusta recordar solo el gol con la mano, cuando el Diego tomo la pelota en la mitad de la cancha y dejo en el camino a todo ingles que se le cruzara, y esquivando al arquero marcando  algo maravilloso único y épico.

Pasaron muchos años y nadie se le emparejo, nadie hizo nada como él, por lo menos de tanta trascendencia y diferente en un mundial.

En una anécdota que le contaron a este cronista y en los años duros del Diego, cuando se dejó caer con la droga y la mala vida, este profesional psiquiatra me dijo que aquella noche lo vio venir a la clínica en estado deplorable.  Me contaba que estaba extremadamente exaltado como pasado de rosca, ante eso, le dio algo para calmarlo que según me dijo era para caballos.

A cualquier mortal lo dejaría  en estado de relajación.  Pero Diego era Diego adentro y afuera de la cancha, contaba que aun con esa medicación se levantó de la camilla tomo el suero y el mástil que lo sostenía, y camino por los pasillos del hospital diciendo que quería ir a su casa.  Ante ese panorama, el profesional psiquiatra quiso detenerlo y el Diego tal como si fuera un defensor que lo marcaba lo pecheo arrastrando como la jugada a los ingleses pero esta vez antes de hacer el gol y después de mucha charla, accedió a volver a la camilla.

Así era Diego, un jugador extraordinario, con un cuerpo fuera de lo común, hacia lo que quería con la pelota y jugaba el solo.  El mundial 86, fue un vistazo de lo que hacía, el solo en la cúspide de su carrera le gano solo a Bélgica, esos dos goles de aquel partido fueron memorables, ni hablar a los Ingleses enmudeciendo a todo el mundo futbolístico de admiración con aquel gol memorable.

Pero Diego, era un extraordinario jugador de futbol, único nunca visto, líder innato, icono total.

Si se habrán creado cantos y lugares, y hasta una Iglesia Maradoniana en su nombre.

Pasar por Nápoles, es Maradona mismo. Venerado, endiosado, mimado, admirado, y todo calificativo que esté acorde.

El tema del Diego era fuera de la cancha, de la admiración al jugador innato con la pelota en los pies, a su vida privada que se iba en caída libre.

El Dios de los pies, no lo era en su vida, hijos por todas partes, la droga, y las facilidades que le daba el mundo, en sus noches de fiestas y orgias.

Que pasa con los ídolos cuando no logran transitar tanta fama para que no les vuele la cabeza, como transitan eso, quien los para,  quien les dice que son humanos con un talento y un don que les regalo el supremo.  Quien les dice en este caso que Dios le regalo talento, pero no sabiduría para todo.

Y Maradona ídolo, confundido, dueño de todo, caprichoso de todo y de todos,  se subió a ese personaje y no dejo a nadie para que alguna vez le mostrara que se podía equivocar.

De aquel ídolo innato futbolístico, que nos deleitó en el bicho de  la Paternal, en Boca del 81, luego breve paso en Barcelona, tuvo su época dorada en el Nápoles,  a ese ser humano contradictorio, desafiante y dueño de frases únicas que ahora son vista en cuanta remera como LTA, y otras.

Por qué los ídolos son tan grandes en su arte y tan pobres en su vida íntima?  Por que nadie en su entorno puede parar semejante erupción de un volcán lleno de enojo, capricho y mala vida?

En realidad nos privamos de mucho futbol, nos privamos de mucho belleza estética, pero recordemos a pesar de todo el Diego, futbolista extraordinario y único, era un ser humano con defectos, vicios y de carne y hueso.

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Gerardo Lemmi es escritor y periodista deportivo.