El 12 de Abril de 2020, dos semanas después de decretar la cuarentena obligatoria, Alberto Fernández se sinceró en una entrevista. “Prefiero tener un 10% más de pobres y no 100.000 muertos por coronavirus”, aseguró. Por aquellos días el registro oficial del Ministerio de Salud indicaba que había menos de 100 víctimas fatales por COVID-19 en el país y empezaba a plantearse una polémica que el propio Presidente definió como “una falsa dicotomía”: salud o economía.
Diez meses después, la cifra de muertes llegó a 50.000, la mitad de aquel número que parecía imposible y, casi al mismo tiempo, los contagios desde el primer caso positivo confirmado suman más de 2.000.000, barrera que se superó el Miércoles. Argentina es actualmente el 13° país del mundo con más muertes por una pandemia que en los próximos días superará los 2.500.000 de fallecidos en todo el mundo.
Estados Unidos superó los 470.000 muertos y es el país con más víctimas, seguido por Brasil, con más de 230.000. Sin embargo, los datos absolutos podrían resultar engañosos, ya que es necesario considerar la situación demográfica para realizar una estadística más precisa. En ese sentido, Argentina tiene casi 110 muertos por cada 100.000 habitantes, un número muy similar al del país presidido por Jair Bolsonaro (111 muertos cada 100.000 habitantes). En el continente americano, Estados Unidos, Perú, México, Panamá y Colombia tienen índices de mortalidad superiores.
De los más de 50.000 fallecimientos hasta el momento, más de la mitad corresponden a la Provincia de Buenos Aires, que representa al mismo tiempo el territorio más poblado. Con más de 8.500 muertes, la Ciudad de Buenos Aires es el segundo distrito con más fallecidos, mientras que Santa Fe, con cerca de 3.700 y Córdoba, con casi 2.700, son las provincias que siguen en esa lamentable lista.
La curva de mortalidad comenzó a acelerarse desde mediados del 2020. El 21 de Junio de 2020, tiempos de aislamiento social y estrictas medidas restrictivas para la circulación, se llegó al millar de víctimas. Se discutía entonces por el permiso para realizar actividad física en espacios abiertos en la Ciudad de Buenos Aires, con reiterados cruces entre funcionarios por las mareas de “runners” en los parques porteños. El 5 de Agosto, 50 días después, la cifra llegó a 5.000. Desde entonces, se sostuvo un promedio de 10.000 muertes por mes hasta llegar a los 50.000. (TN)
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