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Tomás Etcheverry: el tenista furor en Roland Garros

Tomás Etcheverry: el tenista furor. El verano de 2005 no fue uno más para Tomás Etcheverry, el tenista platense de 23 años que se clasificó a los cuartos de final del Grand Slam de Roland Garros. Esos cuatro meses entre Diciembre y Marzo en Cariló quedarían grabados para siempre en su historia personal. Un regalo familiar inesperado despertó su pasión por el tenis y le cambió la vida para siempre.

Tomás tenía 5 años y por entonces le gustaba el fútbol. Hincha fanático de Gimnasia de La Plata, nunca había tenido ningún vínculo con el tenis. Sus padres viajaban todo el verano al balneareo bonaerense porque su mamá Lía tenía un negocio de venta de bijouterie, y para que Tomy estuviera entretenido decidieron regalarle para Reyes un “tenis orbital”, ese juego playero que consta de una pelota atada a un palo y una paleta.

TOMÁS ETCHEVERRY.

“Cómo no acordarme”, fue lo primero que respondió Fernando Etcheverry, su papá, desde Miami ante la consulta de TN. “Estábamos de vacaciones en Cariló y los reyes le trajeron de regalo una especial de palo con un hilo colgando y una pelotita en la punta y venía con una paleta playera. Ese verano llegábamos a la playa a las 9 de la mañana y eran las 6 de la tarde y Tomy seguía jugando con eso”, agregó.

Para Tomás, nada sería igual a partir de entonces. Un juego fue el comienzo de la aventura que se convertiría en la gran pasión de su vida. Hoy, en Roland Garros la está rompiendo y se metió entre los 8 mejores tenistas del Grand Slam parisino luego de 18 años de esfuerzo, entrenamiento y mucha respaldo familiar para poder instalarse en el circuito ATP.

Ese mismo año, cuando la familia regresó a La Plata, Fernando y Lía tomaron la decisión de inscribir a Tomás en una escuelita de tenis para que de sus primeros pasos. Todo arrancó en las canchitas de Open Tenis en Villa Castells, en 8 y 496. Luego, llegaría el Club Hipódromo y su primer entrenador, Gustavo Merbilhaa, quien le marcó el camino hacia el tenis profesional.

Tomás Etecheverry, del sueño a un presente increíble en Roland Garros.

“Al regreso de las vacaciones, hablando con la madre, dijimos ´Bueno, a este nene le gusta el tenis, y así empezó”, contó el papá sobre la decisión de meterlo en el mundo del tenis infantil.

“Yo prefiero no hablar. Este es el momento de Tomy, no el mío. Estoy muy feliz y disfrutando pero este momento es todo de Tomás”, dijo Lía Pievani

“En los primeros años, Tomás jugaba al tenis y al fútbol a la par. Después se le empezó a complicar con los dos deportes porque los fines de semana había que elegir tenis o fútbol y él optó por el tenis. Parece que no se equivocó, ja ja”, contó Fernando Etcheverry.

En ese momento, el abuelo materno jugó un papel determinante para acompañar el crecimiento de Tomás en un deportes en el que se necesita respaldo económico para poder viajar y competir en los torneos, especialmente cuando son en el exterior.

El mensaje de Fernando Etcheverry, papá de Tomás Etcheverry, contando cómo se despertó la pasión de su hijo por el tenis.

Eduardo Pievani, quien hoy disfruta de los triunfos de Tomás desde primera fila en Roland Garros, apostó por su nieto. Desde chico lo acompañó a los torneos, incluso cuando jugó hace cinco años Roland Garros Junior, y aportó en lo económico para que pueda seguir adelante.

“A mis abuelos les debo todo, sin ellos no estaría acá porque son los que me apoyaron en mi carrera para que pueda jugar al tenis”, contó Etcheverry, emocionado, luego del gran triunfo en octavos de final contra el japonés Nishioka.

En 2006, Tomás conoció a Gustavo Merbilhaa, el entrenador que le dejó cientos de enseñanzas hasta que el profesionalismo y los viajes los separaron. Si bien hace unos años que no trabajan juntos, la relación quedó intacta.

“A Tomás lo entrenó desde los 7 años. La primera vez que lo vi me puse a pelotear con él media hora y pasaba todas las pelotas por arriba de la red. No sabía sacar, me acuerdo que se lo corregí en un día y lo aprendió al toque. Desde el principio me di cuenta que era diferente”, contó Merbilhaa, actualmente entrenador en Estudiantes de La Plata.

“Después de la primera prueba empezó a venir tres veces por semana una hora, pero no era suficiente para él, siempre quería entrenar más. ´Yo quiero seguir´, me decía. Se notaba que tenía algo distinto: cada cosa que le enseñaba lo aprendía rápido y sus avances siempre fueron muy rápidos”, agregó.

“A los 10 años ya jugaba un tenis que parecía un adulto. Eso le llamaba la atención a la gente. No jugaba como los demás chicos, ya tenía el juego de los adultos. Tiene un talento natural, pero a eso le agregó una contracción al trabajo inigualable y unas ganas de mejorar día a día como nunca vi a nadie”, destacó Merbilhaa.(TN)

LA

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