Sofía, los otros, Eric Clapton y Dios

“Sofía tiene la piel de sal. Cuando la beso, beso el mar” dice Carlos, cada vez que me habla de ella. “Reptile” de Eric Clapton suena en el equipo, mientras yo me pierdo en las historias. Me entrego a ellas, me dejo llevar.
Ahora estoy en el piso doce del edificio “Torre del Río” frente a Catalinas.

Osvaldo me cuenta de ese tipito chiquito, y de esa otra y de aquel y de aquella, que caminan allá abajo, por la calle. “ ¡Te das cuenta, que fantástico, que fenómeno loco!. En este momento, cada uno de esos tipos y tipas, esta metido en su propia historia.
¿Me entendés?. Mientras vos y yo estamos acá pensando en ellos. Mirándolos vivir ese cacho de vida en el que la suya se cruza con la nuestra.

Ellos ahí van. Sin jamás saber que nosotros estuvimos acá, pensando en ellos, con la conciencia plena de su existencia. No sé, a veces me pregunto cómo será esta gran mente formada por todos. Esta especie de gran ser humano que habita todo el planeta”.

Osvaldo suele transitar por estos caminos. Muy lejos de las futuras elecciones o los dos senadores independientes a los que los distintos partidos intentan cooptar.
Todavía resuenan los ecos del partido de hace dos domingos atrás, cuando dos facciones de la hinchada de Racing casi se matan al disputarse el manejo de la barra brava.

Durante la semana el intercambio de acusaciones tuvo mas cruces que la Avenida del Libertador y Sarmiento. Pero Marcelo no los escuchó. Ocupado, como está, en ganarse el puchero “cartoneando”, sólo tiene tiempo de recorrer las calles, clasificar la basura, y después venderla.

Ñata, su mujer, se encarga, junto a los vecinos del barrio, de la huerta orgánica, y del ropero comunitario. Ahora sonríe: Julia acaba de contarle que va a ser mamá por primera vez.

Ñata vuelve a sonreír. Cuando lo hace, el resto de los rostros se iluminan. Mientras mi cara brilla, dos ignotos concejales del municipio de Avellaneda se reparten insultos, mientras se acusan del mismo hecho de corrupción. Roberto no les da bola, acaba de bajar de la camioneta y le deja el pedido de pan lactal al “Cabezón” Claudio, el almacenero.
Los dos siempre están contentos. La vida “vive” en ellos tan intensamente, que están más allá de si el gobierno consigue, o no, contraer nueva deuda al 6% anual.

Aunque “Boca”, sin jugar, sigue prendido al campeonato, los pibes de la cuadra están preocupados: se mudó Doña Carmela, una vieja corta pelotas que jodió a cuatro generaciones.
Primero festejaron. Pero, después, se dieron cuenta de que el “picadito” en la calle no será igual: ¿qué gracia va a tener ensuciarle la pared con “la de cuero” embarrada a un vecino que no los joda?.

-¿A quién vamos a ponerle los rompeportones en la ventana durante los festejos de fin de año?- me preguntan. No llego a responderles que ya están dándole de nuevo a la número cinco. Ahora la lleva Raulito.
Todos sabemos que algún día llegará a primera.

-Por suerte el viejo en vez de usarlo para salvarse, solo quiere que se divierta. Así que el pibe la “mueve” como los dioses- Seguramente, sí en el futuro, tenemos un técnico que quiera jugar a la “europea”, este pibe no esté en la selección: tiene un juego demasiado “argentino”.
En la “compactera” sigue sonando “Clapton”, ahora es “Son & Silvia” un tema instrumental.
El escucharlo, siempre me remite a una mañana de sol, con Claudia cruzando el patio mientras chupa una naranja. Adoro ver como aprieta el fruto.

Como sorbe el jugo hasta la última gota. Como ella, jugo y naranja, son sólo una cosa: sabor, gusto. En eso, la voz de mi viejo y querido tío Pepe me dice lo de siempre: ”la vida macho, es como una naranja, hay que sacarle bien el jugo”. No alcanzo a responderle, que ya se fue con mi viejo a jugar al “tute cabrero” entre los ángeles.
Con la naranja todavía en su boca, Claudia me mira con ternura y, entonces, me deshago.
Me convierto en ese jugo tibio que corre por sus comisuras.

Y, mientras yo paso de sólido a líquido, “Aysa” deja sin agua a más de media Buenos Aires, la Asociación de Consumidores le dice que no a los aumentos de las privatizadas y, Nancy, le dice que sí a Nico: una nueva familia, otra historia de amor que se consolida.
María Elena, mientras tanto, teje en su telar.
El domingo, de mañana, estará en la feria artesanal para vender sus cosas. María Elena teje y sueña. Por la urdimbre de sus telas han pasado viajes a Egipto, amantes furtivos y apasionados.
Una visita a Jerusalén y un encuentro con Jesús.
Ella sabe del hambre que la corrupción ha generado – la suma de arroces en su panza no la dejan obviarla- pero igualmente no deja de recorrer las “Ciudades Invisibles” de Italo Calvino, mientras el Estado municipal donde vive, pagó cerca de ochocientosmil mangos por pintar dos paredes de una unidad sanitaria.
Con esa guita ella podría tejer cientos de ponchos para los pibes que andan ahí, a la buena de Dios. De Dios, qué puedo contarles. Tiene un modo tan particular de mostrarse ante mis ojos, que siempre me sorprende.
Se me aparece en Carlos, Osvaldo, y los otros.
Ni que decir, en los pibes de la cuadra o, cuando por las noches, me abraza a través de Claudia. Ahora me canta desde la voz de una de sus creaciones: Eric Clapton.
No en vano, en los sesenta, los ingleses escribían en las paredes:” Clapton is God”.
Pero en el periódico me pidieron que escribiera un resumen sobre lo que ocurrió en la última semana y termine perdiéndome en otra cosa. Bueno, creo que entenderán.
Al fin de cuentas, es a través del diario, que el “ Barbeta” se las ingenió para que semana a semana me comunique con Uds.
Ahora los tengo que dejar, Carlos va a contarme como nadó toda la noche en la piel de Sofía.

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Acerca de Ricky Veiga 5 Articles
Escritor, guionista, productor de Radio y TV.