En los tiempos que vivimos tenemos la gran fortuna que las distancias se han acortado notablemente. Desde nuestro celular podemos estar hablando o escribiéndonos a la vez con nuestros seres queridos o personas de trabajo, prácticamente desde cualquier parte hacia cualquier parte del planeta.
Podemos hacer saber al mundo donde estamos, que pensamos, que estamos viendo y cómo la estamos pasando. Recuerdo que cuando tenía seis años de edad, antes de ir por primera vez a los parques de Orlando, pude rescatar de alguna revista o periódico una fotografía de Magic Kingdom y en base a esa imagen mi cabeza construyo el resto de la escena manteniendo mi ansiedad en lo más alto por conocer ese lugar hasta el día que por fin estuve allí.
Hoy no hay más que ingresar al google earth para poder ver el parque realmente como es o ver los videos de youtube, donde muestran cómo son cada uno de los parques y cada uno de sus atracciones.
Esta gran posibilidad de poder comunicarnos y conectarnos representa un gran avance para poder expandir nuestras propias fronteras personales.
Pero a la vez, en muchas personas hace que dejen de tener conexión con su propio entorno físico. Es por eso que hoy en día no es raro ver en los restaurantes, bares, discos, etc. grupos de personas que la mayoría del tiempo están mirando sus celulares en vez de estar hablando y compartiendo entre si.
Esta realidad que se vive en esta etapa de nuestra historia tiene sus pros y contras. Los pros son evidentes, el mundo hoy es muy accesible.
Y los contras es que se pierde contacto con nuestra realidad física y eso muchas veces termina por llevar a la persona a no tener contacto con sigo misma.
No es extraño ver a dos personas encontrándose en plena calle y cuando se saludan una de ella responde -“todo bien! Gracias!”- cuando la otra ni si quiera le pregunto -“como te encuentras?”-. Están tan apuradas y desconectadas que responden por protocolo y no por escuchar la pregunta y estar al 100% en esa pequeña charla.
Es por eso que en esta gran etapa que estamos viviendo donde todos tenemos la posibilidad de estar re-conectados con el resto del mundo, ocupemos un tiempo para re-conectarnos con nosotros mismos y con quienes nos rodean y son parte de nuestro entorno físico.
Más allá que los vínculos pueden ser más o menos fuertes, ya sean físicos o virtuales, el entorno en el cual vivimos físicamente es fundamental que estemos conectados en cuerpo y mente al 100%.
Porque en definitiva es nuestra base en donde podemos superarnos constantemente y hacernos más fuertes antes nuestros problemas. Y al estar fuertes y conectados con nuestra base, la posibilidad de conectar virtualmente le vamos a sacar más provecho.
Con pequeñas prácticas diarias puedes tender puentes hacia ti y hacia los demás. Cuando te encuentres con alguien, por más que sean sólo unos segundos, vincúlate con esa persona plenamente.
Mira a los ojos y por ejemplo, di “si” cuando así lo sientas, di “no” si crees que es la respuesta correcta o di “por favor déjame pensar y te respondo de manera más tranquila luego”.
Me toca viajar y conocer con mucha gente y puedo presenciar muchas discusiones que de algo pequeño forman guerras interminables porque no se escuchan y porque una persona “cree” que la respuesta que escuchó fue de una manera y la otra “cree” que la respuesta fue otra. Mira a los ojos, escucha, vincúlate y reconecta nuevamente.
El estar y sentirte bien es mucho más fácil de lo que crees. Recuerda #CuandoSeQuiereSePuede
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