Ma sí, ya está

En la base de operaciones de la vida, los hombres y mujeres del planeta, han comenzado, una vez más, la cuenta regresiva de otro año que termina. Entre todos ellos, estamos los argentinos, esta especie particular de personas que se especializa en resolver problemas, en atar con alambre el paragolpes caído, la manguera del radiador o lo que sea que un pedazo de alambre permita que la vida siga funcionando, con alambre sí, pero funcionando.

Mientras cortamos el palo de escoba a la medida justa de la altura de la manija del horno de la cocina- se nos rompió el chirimbolo que lo tiene cerrado de tanto abrirlo y cerrarlo de una patada con el pie, porque la patrona tiene en una mano el bol con la crema y en la otra el minipimer, para hacer más rápido la cena de Nochebuena- para así usarlo como palanca para mantener lo cerrado y así cocinar los pollos para el ’31, nos decimos “conque aguante unos días más me basta, después del 1ro. lo mando a arreglar”.

Y así, iremos haciendo lo mismo con un montón de cosas con las que comenzaremos a partir del nuevo año: dejar de fumar, empezar de una vez y para siempre con ese régimen de porquería, ir al dentista a arreglarnos esa caries que, ahora, se habrá multiplicado vaya uno a saber por cuánto, o cortarle un poco las alas a ese pibe que qué se cree que es!! Si apenas tiene 14, 15, o los que tenga, y, así, con cada una de las cosas que tenemos que hacer “ya” pero que, total, como faltan pocos días para el Año Nuevo, pueden esperar.

De resultas que el Año Nuevo viene a ser lo mismo que un día lunes, pero con smoking. Y, lo poco que queda del Año Viejo, una gran bolsa de consorcio en la que podemos poner todos los excesos de comida, bebida, y permisos de todo tipo, que daremos y nos daremos. Total, el ’31 a las doce, tiraremos el 2016 a la basura o al olvido. A lo sumo, si algo habrá de quedar, estará alojado en el rincón de los recuerdos.

Para qué esforzarnos si ya el año termina. Si lo que no pudimos hacer en casi 12 meses no vamos a hacerlo en unas horas.  Por eso y aunque el balance nos de en rojo, a esta altura del año, ante cada cosa que nos salió para el tujes, ya pasamos por las 5 etapas de cada hecho de la vida: La bronca, ya dijimos todos los “la puta que lo parió” posibles.
El rechazo, “no, esto a mí no me puede pasar”.

La negociación, “tiene que haber algo que pueda hacer. Dios, estoy dispuesto/a a cambiar lo que sea con tal de que salga bien”. La depresión, “buaaah, no Dios mio!, qué va a ser de mi vida”. Y, por último,la aceptación, “y bueh, ya está, ya pasó. Qué se le va’cer. Mejor reír que llorar”.

Y sí, es mejor reír, porque es el tiempo de hacerlo. Porque aceptar lo que pasó nada tiene que ver con la resignación, sino más bien con eso que dicen las viejas; renovar la esperanza. Porque estos días suelen ser como la final de un maratón: no importa el puesto en el que llegamos, si primeros o últimos, el asunto es que, ahí, está el cartel de llegada. Y lo importante es eso, que llegamos. Que nos podemos tomar un respiro, un “pido gancho” para el alma hasta que llegue la próxima carrera.

Porque para nosotros, los argentinos, esta raza de hombres y mujeres que, estén donde estén, se especializa en sacarle el jugo a la vida, poder decir: “ma sí, ya está”, más que con el fracaso, tiene que ver con un premio ganado.

Por eso, el ‘31 a las doce, con más o menos guita, con la familia cerca o lejos, estaremos brindando por el año que llega. Dejándonos llenar de toda su esperanza y de su energía renovadora. Un instante antes, habremos puteado al 2016, este año de mierda –como todos los que se van-.

Aunque, en el fondo, si nos apuran un poco, siempre rescatemos algo. Simplemente porque el tiempo, para nosotros, más que para juntar guita o cosas, es la moneda que gastamos en lo que más nos gusta, disfrutar de la vida. Quizás sea ese el motor de nuestro ingenio para resolver problemas: que aunque sea con alambre, cinta aisladora, o “Poxipol”, nada nos impida que la vida siga, que la vida sea.

Va llegando el tiempo de levantar la copa. De saludar en silencio a los que ya no están, mientras damos gracias por haberlos tenido. Lo mismo que al extrañar a los que están lejos, por poder quererlos aún a la distancia y saber que, aunque lejos, también están levantando sus copas y sintiendo lo mismo por nosotros.

Será el momento de saludar a cada una de las “panzonas” de la familia, junto a los que, este año o el próximo, estarán brindando con teta o mamadera. De chocar la copa con los que empiezan a sentirse más grandes, mientras nosotros nos sentimos más viejos. De brindar por los viejos y los nuevos amigos, por la familia de siempre y por los que se incorporan. Por el amor a la vida que, para mí, tiene los ojos tan negros como su pelo, y que duerme cada noche junto a mí tomadita de mi mano.

La lista sigue, es tan larga como amores quieran agregar. En mi caso, y gracias a SEMANARIO ARGENTINO, en mi casilla de correo aparecen palabras cariñosas, y cargadas de buenos deseos. No puedo más que retribuírselos desde lo más hondo de mi “bobo”. Gracias a ustedes, semana a semana, tengo un encuentro de amor con los argentinos, lo que es decir; mi Patria. ¡Feliz Año Viejo, Feliz Año Nuevo! Hasta el año que viene.

Acerca de Oscar Posedente 12821 Articles
Periodista, locutor, actor y editor de Semanario Argentino y de Radio A de Miami. Director de Diario Sur Digital.

2 Comments

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