Después de anotar su tercer tanto en la goleada de Real Madrid frente a Atlético de Madrid en el Santiago Bernabéu y recibir el reconocimiento de sus compañeros, Cristiano Ronaldo se paró frente a la cabecera ubicada detrás del arco que defendía el esloveno Jan Oblak y le hizo un gesto al público. Silbidos, no; aplausos, si. Ese fue el pedido. Resulta llamativo que todavía algún simpatizante cuestione al portugués, que con su triplete dejó a su equipo a un pasito de la final de la Liga de Campeones de Europa.
Uno de cabeza en el primer tiempo, en una maniobra que había comenzado con una posición adelantada no sancionada por el árbitro británico Martin Atkinson, cuando su equipo dominaba el partido a voluntad. Otro con un bombazo de derecha desde el borde del área, cuando el Madrid no jugaba bien en el complemento. El último, tras recibir una asistencia de Lucas Vázquez y tomarse ese segundo que los goleadores manejan a la perfección, para darle forma definitiva al 3 a 0. Todos con el sello del ganador del premio al mejor futbolista de 2016 otorgado por la FIFA, que ya se candidatea para obtener el de 2017.
El portugués venía de marcarle tres a Bayern Múnich en el partido de vuelta de la serie de cuartos de final, por lo que se convirtió en el primer futbolista en concretar dos hat-trick consecutivos en encuentros de instancias eliminatorias en la historia de la Liga de Campeones. Sumados a los dos que había firmado en la ida frente a los alemanes, CR7 anotó ocho en los últimos tres partidos de su equipo en el certamen. En esta edición lleva 10 (está a uno de Lionel Messi) y en la historia de la Champions, nada menos que 103.
GG
