Argentina-Brasil: la Selección de Jorge Sampaoli debutó con victoria

Se impuso 1-0 con gol de Mercado. El próximo compromiso será el martes en Singapur desde las 9.

No se asimila de un momento a otro una idea híper ambiciosa, que se apoya en el desafío permanente a los riesgos. Estaba claro que no se iba a observar todo lo que pretende Jorge Sampaoli en la apertura de una nueva era en la Selección. Y así fue. Hubo apenas flashes de la pretensión final. Es lógico: el entrenador propone un cambio sustancial, abrupto, bien de fondo. Costó demasiado volcar la intención al juego. aunque cualquier conclusión es relativa tratándose de la primera vez. Por eso, en este contexto, vale el triunfo 1-0 como envase de tranquilidad pensando en lo importante, en Uruguay, el 31 de agosto en el Centenario por los puntos y por las Eliminatorias. Es una victoria contra Brasil. Es robarle el invicto con nueve victorias al equipo de Tite. Es el punto de partida.

La Triple P, conformada por el protagonismo con posesión y presión, se dibujó poco, pero mucho más en el primer tiempo que en el segundo. La primera escena fue con Higuaín y Messi apretando la salida brasileña adentro del área del arquero Weverton, pero casi que no se pudo sostener.

Se apostó a la salida por abajo inclusive hasta cuando Brasil ahogaba. Y ahí quedaron expuestas dificultades de algunos intérpretes (Otamendi y Maidana) que, por sus rasgos individuales, no se sienten cómodos en ese tipo de situaciones.

Es vital el mediocampista central en los equipos de Sampaoli. Hubo dos que trataron de sacarla con prolijidad desde atrás, algo más pulcro Biglia que Banega, pero ambos sin la continuidad y la fluidez que se requiere. No es sencillo generar en forma constante triangulaciones en distintos sectores como para eludir la presión adversaria. Y cuando ellos lograron filtrar cesiones, Argentina explotó. Biglia lo encontró a Di María en el nacimiento de la jugada que concluyó con el tiro de Angelito en un palo, tras combinar con Dybala. Después, Banega también halló al zurdo del PSG en la acción que derivaría en el remate de La Joya de la Juventus desde afuera, a colocar, apenas desviado.

 

Aparte de ese par de acciones, se le dificultó a Argentina encontrar a un Messi estático. Encima a Leo casi nunca le pasó por detrás con convicción y profundidad el debutante en la Mayor, José Luis Gómez. Así, además, no se generaron sociedades: ni Messi con Dybala ni La Joya con Higuaín ni… La única vía de desequilibrio, con tono amenazante, fue Di María.

No extraña entonces que el gol haya desembocado a partir de una jugada con pelota detenida. Un corner que Argentina no pateó directo al área sabiendo que en estatura perdía: Banega la sacó para Messi, Leo la tocó atrás para Di María, el centro, el cabezazo de Otamendi, el palo y el toque a la red de Mercado.

Temía Sampaoli que Argentina no aplicara la presión como correspondía y sufriera con las aceleraciones de Brasil, en especial con Coutinho y Willian por las bandas y con Gabriel Jesús pivoteando con su clase. Y cuando el equipo de Tite asustó fue por déficits en ese sentido. El paradigma de esa conclusión se rescató en la contra de Willian, tras descarga de Jesús, que luego Coutinho no pudo definir por el gran cierre de Otamendi cuando Romero ya sólo miraba.

Para la propuesta de Sampaoli se requiere intensidad en su máxima expresión. Y para sostenerla es indispensable un estado físico pleno. Se notó que es el final de la temporada y que algunos jugadores llegaron extenuados, en especial en el segundo tiempo. Ahí Brasil fue el dueño de la historia.

Otamendi y Mercado anticiparon e impusieron presencia, aunque el del Manchester City, como se imaginaba, padeció cada vez que el desarrollo lo empujó a una postal de mano a mano con William lanzado en velocidad.

Con los cambios, Sampaoli buscó oxigenar el medio y fue variando el dibujo. Higuaín, en cancha pero ausente, salió en el entretiempo y Joaquín Correa aportó más movilidad, primero como «9» y luego dejándole ese sitio a Messi y volcándose a la derecha.  Adentro Tagliafico para jugar de “3” en lugar de José Luis Gómez y mudar a la derecha a Mercado que luego sería sustituido por un golpe por Mammana. Como la pelota era de Brasil, el DT apeló a Guido Rodríguez por Dybala y ubicó tres volantes centrales. Luego, buscó tenerla con Lanzini reemplazando a Banega y, en tiempo adicional, para demorar Acuña por Di María.

Sin Neymar, sin Casemiro y sin la defensa titular, este Brasil ya clasificado al Mundial no aplastó a Argentina en el segundo tiempo, pero sí acumuló méritos suficientes como para empatar. No lo hizo entre otras razones porque careció de continuidad y de fortuna. ¿O acaso no tuvo mala suerte en la doble chance de Gabriel Jesús y de Willian en una misma jugada con sus tiros chocando contra los palos? Si cualquier campeón necesita una dosis de azar, un equipo que recién empieza a gestarse todavía más. ¿Habrá sido un guiño inicial del destino para esta nueva Selección? El tiempo dirá. Sin embargo, es un ítem relativo. Lo esencial es depender lo menos posible de factores de ese tipo buscando el mejor funcionamiento. Más que nadie, Sampaoli lo tiene claro.

 

GG

 

 

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Periodista, locutor, actor y editor de Semanario Argentino y de Radio A de Miami. Director de Diario Sur Digital.