Maduro excarceló al líder opositor Leopoldo López: cumplirá prisión domiciliaria

Nació hace 46 años en una de las familias más ricas de Venezuela. Estudió en prestigiosas universidades extranjeras y desde muy joven accedió a cargos de poder.

Venezuela

La Justicia chavista argumentó «razones de salud». Estaba en prisión desde 2014, tras ser condenado a 14 años de cárcel por «incitación a la violencia». Ocurre en medio de protestas contra el gobierno, que ya dejaron más de 90 muertos.

En Venezuela todo es polémico. Pero hay cuestiones que no admiten ambigüedades. La excarcelación de Leopoldo López, el preso político más notorio del régimen, luce como una victoria nítida de la disidencia sobre un gobierno al que multitudes en las calles asedian desde hace cien días reclamando democracia y libertad. Sin embargo, difícilmente estemos viendo en este gesto el comienzo del fin de la crisis. Aunque sí otro dato de su inevitable desgaste.

El principal objetivo del chavismo, por el cual esta dispuesto a pagar cualquier factura, es la elección amañada del 30 de julio de los constituyentes para la reforma de la Constitución. Ese trámite es el salto hacia adelante al que apuesta el régimen para su perpetuación y zafar de las presidenciales de 2018. Serenar el país es central para ese objetivo.

Desde cierta mirada, la liberación de López, aun con su prisión domiciliaria, es un costo definitivamente menor que el gesto de haber cumplido con las votaciones de alcaldes o gobernadores pendientes desde el año pasado. La alternativa de habilitar parcialmente las urnas como maniobra de distensión nunca fue abandonada, pero finalmente acabó en el archivo porque la segura derrota aceleraría la descomposición del régimen aislando aún más a su liderazgo. El portazo contra el gobierno de la fiscal general Luisa Ortega Díaz, una chavista rígida al extremo de haber armado la dudosa causa que condenó a López, es un ejemplo del alcance de las batallas que sacuden la intimidad del poder. La grieta en esas alturas expresa, a su modo, la distancia del modelo que han tomado los sectores del establishment que ganaron y mucho con el modelo chavista.

Hay dos elementos adicionales que deberían considerarse. La Iglesia venezolana lanzó una demoledora carga contra el gobierno al definirlo como una “dictadura militar”. Esta curia -detalle interesante- dialoga con la Iglesia de Cuba que, a raíz de la gestión de Jorge Bergoglio, mantiene un acceso fluido a Raúl Castro, socio eminente de Nicolás Maduro. Tienta interrogarse sobre dónde puede estar La Habana en todo esto. Por otra parte, la mediación del Vaticano en Venezuela, que acabó en el fracaso este año, incluía entre las condiciones que nunca cumplió Maduro la liberación de los presos políticos. Esta decisión con el notorio López intenta remediar tardíamente aquel fallido.

Leopoldo López en la primera foto junto a sus hijos, luego de dejar la prisión.

El otro dato es más sensible e involucra el desafío que impone al gobierno la consulta popular del próximo domingo llamada por la disidencia para que los venezolanos digan si avalan la controvertida reforma constitucional. El resultado previsible de esa convocatoria, aun con el maltrato que sufra por parte del oficialismo, será un taladro en la grieta que sufre el poder y que se extenderá a los mandos inferiores de las FF.AA. Por eso es probable que junto al gesto de dejar en su casa a López amengüe la represión en las calles en un esfuerzo para que el decorado del salvavidas de la reforma se mantenga en pie pese a la tormenta. Todo parece difícil.

 

GG

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Periodista, locutor, actor y editor de Semanario Argentino y de Radio A de Miami. Director de Diario Sur Digital.