El encuentro entre el papa Francisco y Alberto Fernández empezó con abrazos, sonrisas y bromas

El encuentro entre el papa Francisco y Alberto Fernández empezó con abrazos, sonrisas y bromas.

«Santo Padre, ¡qué gusto verlo!», lo saludó el Presidente cuando llegó al Vaticano. «¡Bienvenido!», respondió el Pontífice en la sala del Tronetto, en el segundo piso del Palacio Apostólico.

«Pase usted», lo invitó Fernández, después de un apretón de manos afectuoso, mientras los dos quedaban bañados por los flashes de los fotógrafos. «No, primero el monaguillo», bromeó el Papa, justo antes de ingresar a la Biblioteca del palacio, donde ambos charlaron a solas por 44 minutos, 20 más que los que estaban estipulados.

Tras la cumbre, Alberto Fernández contó que que vio a Francisco «preocupado por el pueblo argentino y por la deuda«.

«Le pedí que todo lo que pueda hacer para ayudarnos lo haga y lo va a hacer», confió el jefe de Estado en declaraciones a la prensa y aseguró que él prometió hacer «lo que pueda»

Remarcó que estuvieron «hablando de lo que pasa en la Argentina y en el mundo, escuchando sus consejos, lo mucho que hacen los curas villeros en la Argentina contra la pobreza, fue muy reconfortante».

El Presidente subrayó que Francisco fue «muy generoso en su trato y en sus palabras» y lo definió como «una figura trascendental, de la humanidad», ante lo cual hizo hincapié en que comparten «una suerte de obsesión, que es terminar con la disputa entre los argentinos».

«La Argentina tiene que terminar sus tiempos de disputa. Los argentinos tenemos que respetarnos y terminar con la locura de no hacerlo. Es un país en el que hace mucho tiempo todo es blanco o negro, y donde el de la vereda de enfrente no merece respeto, pero no hay nadie en la vereda de enfrente, sino simplemente alguien que piensa distinto», añadió el mandatario.

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Periodista, locutor, actor y editor de Semanario Argentino y de Radio A de Miami. Director de Diario Sur Digital.