Patricia Bullrich: “Que el odio no sea un nuevo enemigo imaginario”

La expresión de Patricia Bullrich, titular del Pro, fue en respuesta a los dichos del Presidente de la Nación en el acto por el Día de la Independencia quien en un momento de su alocución expresó que venía "a terminar con los odiadores seriales".

La expresión de Patricia Bullrich, titular del Pro, fue en respuesta a los dichos del Presidente de la Nación en el acto por el Día de la Independencia  quien en un momento de su alocución expresó que venía «a terminar con los odiadores seriales».

 «Creer en el pluralismo y la tolerancia cimentada en hechos no es patrimonio de odiadores sino de republicanos», escribió la ex ministra de Seguridad

En el marco de la celebración por el Día de la Independencia, el Jueves 9 de Julio, el presidente Alberto Fernández pronunció un discurso ante 23 gobernadores y el jefe de gobierno porteño distribuidos en una pantalla por teleconferencia y con empresarios y sindicalistas presentes en el acto. En el mismo resaltó una expresión que tuvo una repercusión rutilante “Yo vine acá a terminar con los odiadores seriales”.

Al respecto no tardó en llegar la respuesta de la titular del PRO, Patricia Bullrich quien lo hizoa través de una carta abierta que tituló “Que el odio no sea un nuevo enemigo imaginario” porque, como explica en las primeras líneas, “gobernar con la Constitución Nacional, para el Estado de Derecho, y creer en el pluralismo y la tolerancia cimentados en hechos, no es patrimonio de odiadores sino de republicanos”.

Cabe señalar que Bullrich dijo haber escrito este texto para expresarle al presidente que no siente ni sintió nunca odio hacia él y su espacio político.

La carta abierta completa:

Que el odio no sea un nuevo enemigo imaginario

Gobernar con la Constitución Nacional, para el Estado de Derecho, y creer en el pluralismo y la tolerancia cimentados en hechos, no es patrimonio de odiadores sino de Republicanos.

Le escribo estas líneas para expresarle de manera clara y contundente, Presidente, que de mi parte no existe ni existió nunca el odio hacia usted ni hacia su espacio político. Sepa que el hecho de que nuestra Nación se cimente sobre pilares diferentes, elegir otro camino y otro modo para llegar al objetivo de tener una Patria libre, grande y de trabajo, no me convierte a mí ni a quienes represento en una odiadora serial.

Cuando se es presidente hay que tener extremo cuidado con las palabras que se eligen para hacer referencia a los opositores porque es muy corta la distancia entre el verbo y la acción. Le recuerdo que fue usted, en estos meses de gobierno, quien ha tratado de “imbéciles” a algunos ciudadanos, de “miserables” a los empresarios, de “locos” a quienes gobernamos antes que usted, y hasta convalidó a través de sus redes sociales que a un periodista se lo etiquete con el rótulo de “gordito lechoso” y a otro le propinó un golpe digital.

Por eso, señor Presidente, le pido que antes de sugerir, señalar o apuntar a alguien como propagador del odio, lo piense dos veces. Es peligroso promover u otorgar esa licencia desde la cúspide del poder en momentos en que el país necesita más convergencia que nunca. El odio también es contagioso. No confunda unidad con unanimidad ni su misión con sumisión.

El discurso del odio nos hunde más en la grieta de la que usted propuso sacar al país. Aún está a tiempo de retractarse. Admitir su error lejos estaría de interpretarse como una debilidad; si vale mi opinión, sería un gesto de grandeza hacia toda la sociedad.

Los argentinos no nos merecemos ningún intento de construcción política basado en la ignorancia deliberada del otro. Esa es la ideología del destierro, propia de quienes se creen dueños exclusivos de la Patria. Esto significa la negación más explícita y concreta de una realidad que se expresa en las calles, en las plazas, en las conversaciones y también en las redes.

Cuando fuimos Gobierno padecimos a diario la violencia y la obstrucción, y jamás perdimos la serenidad ni clausuramos las puertas al diálogo. Le pido que retroceda al 18 de diciembre del 2017, durante el tratamiento de la Reforma Previsional en el Congreso. Llovieron toneladas de piedras sobre las fuerzas de seguridad, recuerde. Piedras y morteros caseros que impactaban sobre las ventanas de la democracia de nuestro país, agitadas y lanzadas en gran medida por el espacio político que usted representa. Frente a semejante atropello institucional a la democracia nuestra respuesta no fue catalogarlos como “odiadores seriales”, aunque tuvieron una actitud extremadamente irresponsable; más aún, teniendo en cuenta que por aquella ley que protestaron, diciendo que era restrictiva para nuestros adultos mayores, hoy perciben un ingreso ostensiblemente menor que el que ella fijaba.

Llama la atención, señor Presidente, que no lo aturda su propio silencio y el de sus principales funcionarios, cuando dirigentes que simpatizan con su espacio declaran públicamente que les gustaría ver al ex presidente Macri colgado de la Plaza de Mayo. También que nos acuse de “canallas” cuando vemos en el asesinato de un ex funcionario el recuerdo de una argentina robada.

Le pido que entienda que en democracia, la división de poderes, el disenso y la multiplicidad de voces son vitales para solidificar nuestra República. En esa línea, cuando la oposición pone en evidencia el peligro de la salida masiva de delincuentes a las calles o cuando alertamos sobre las implicancias que puede tener expropiar una empresa, no lo hacemos pensando en generarle un daño al Gobierno, sino defendiendo un pilar sobre el cual una enorme cantidad de argentinos creemos que debe cimentarse el país. Es desde ese lugar donde se construye el consenso, no desconociendo a quien piensa distinto, porque al hacerlo termina riéndose del 40% de los argentinos.

Entiendo que el espacio que usted representa ha construido enemigos imaginarios a lo largo de sus tres gobiernos anteriores; creo que en este cuarto período usted tiene la posibilidad histórica de no cometer los mismos errores, recreando falsos dilemas abstractos que profundizan una hegemonía absurda que sólo termina dañando a la sociedad toda.

He pensado mucho sobre la violencia y he sido de las pocas políticas que -viviéndola en el pasado- reniega públicamente de su uso, ayer, hoy y siempre.

Sé que la violencia no es una herramienta de la política, menos aún de la democracia.

Le reitero que, a pesar de nuestras diferencias, cuenta conmigo para reconstruir un país que ya lleva sufriendo demasiado, pero comprenda que no lo haré sola; intentaré llevar no una voz individual sino la representación de una fuerza social que existe, que sueña y que peticiona.

Fuente: INFOBAE

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