Personal de salud escaso y agotado: estrés físico y psíquico es el común denominador en el sistema público y privado

Médicos, enfermeros y kinesiólogos llevan más de 13 meses al frente de las terapias intensivas y las guardias COVID-19. Insisten con el pedido desesperado para que la sociedad comprenda la gravedad de la situación y extreme los cuidados. Cinco personas (entre enfermeros y médicos) se necesitan para poner a un paciente de cúbito dorsal (boca abajo) en la atención del coronavirus.

“Los que recién ingresan están haciendo un curso acelerado en medio del caos de llegada de ambulancias y sonidos de alarmas”, cuenta Alejandra Lupis jefa de la unidad de kinesiología de terapia intensiva del Hospital Meléndez. Así es un día en una guardia de coronavirus. Los recursos humanos escasean y se preparan contrarreloj a médicos residentes y enfermeros para atender la emergencia. Agotamiento, bajos salarios, estrés físico, pero también psíquico es el común denominador en el sistema público y privado de salud, pero también el pedido desesperado para que la sociedad tome conciencia de la gravedad de la situación y se extremen los cuidados.

El sistema de salud es un conjunto de engranajes en el que todos dependen del buen funcionamiento de los otros. No solo es alarmante la ocupación de camas de terapia intensiva sino también el estrés y el grado de cansancio de los distintos equipos de atención, según contaron médicos, enfermeros y kinesiólogos que llevan 13 meses al frente de las terapias intensivas y las guardias COVID-19. Según un informe de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva, cuando se preguntó sobre el nivel de agotamiento del equipo de salud (siendo 0 no agotado y 10 totalmente agotado), las respuestas fueron: médicos: 7.9, enfermeros 7,4, y kinesiólogos 7.3.

Los terapistas todavía prefieren no hablar de colapso, porque aunque sea en una guardia o en un shock room, quien lo necesita tiene un respirador, por eso dicen que el sistema está en tensión, pero admiten que está al límite, es necesario frenar la curva de contagios. En este sentido, nació el Sindicato de Médicos Intensivistas de la República Argentina (SIMIRA). David Barbieri, miembro del gremio y habló sobre el momento que están atravesando. “Necesitamos que se tome conciencia de que podemos terminar muy mal. No estamos terminando muy mal por el esfuerzo que estamos poniendo”, remarcó.

Guardias de 24 horas; más de un empleo para que el sueldo alcance; estrés por no poder dar respuesta como quisieran; sobrecarga de trabajo por falta de personal; atención de paciente que no pueden ser visitados por sus familias y partes médicos virtuales, todo sobre las espaldas de médicos y enfermeros que terminan con trastornos del sueño, angustia y hasta sufriendo accidentes viales por falta de descanso.

Los sueldos son bajos. En un hospital municipal, el básico de un enfermero puede ser de apenas $10.000; en el Sanatorio Güemes los residentes intensivistas ganan entre $42.000 y $48.000 por mes, tienen solo fin de semana libre al mes y, a fuerza de reclamos, consiguieron un 10% de aumento. En el Hospital Meléndez, de Adrogué, la jefa de unidad de kinesiología de terapia intensiva tiene un sueldo de $80.000.

En el Hospital Durand, Héctor Ortíz que es enfermero y delegado de ATE detalló que un enfermero ingresa con un salario de $43.000 en mano por 143 horas mensuales. Por duplicar esas horas se les otorga lo que se llama un módulo de enfermería, que apenas les suma $10.000. Es decir que por 283 horas pasan a ganar $53.000. “Así como entran se van. De las 2.000 que entraron en la Ciudad, 1.200 renunciaron por exceso de trabajo y salario bajo. Preocupa y mucho porque el esfuerzo es agotador”, dijo.

En el Hospital Muñiz la situación no es muy distinta. “Estamos muy abandonados. El trabajo no está bien pago si se compara con otras profesiones, por la responsabilidad ética y legal que tenemos y a la que nos exponemos”, contó una médica intensivista. También dijo que “como un solo trabajo no se puede tener, el personal vive de guardia en guardia”. Al respecto, Barbieri indicó que un médico intensivista gana entre $400 y $500 la hora y que, pese al incremento de trabajo por la atención COVID, la mayoría tiene entre 2 y 3 empleos para sumar ingresos porque el salario no alcanza. “Eso hace que estén agotados”, dijo y contó que ya son varios sus colegas que sufrieron accidentes en la ruta yendo de un trabajo a otro, especialmente en el interior.

En la terapia intensiva del Hospital Muñiz el personal asegura que está trabajando “al 100% de sus posibilidades de mente y cuerpo” tanto médicos como el personal de enfermería, kinesiología, farmacéuticos, bioquímicos, de guardia y administrativos”.

David Barbieri, indicó que nadie puede estar trabajando 24 horas con el nivel que se necesita para tomar decisiones rápidas, de las que depende la vida de una persona. En las clínicas y hospitales “ya hay personas que están esperando lugares para internarse y hay pacientes fuera del área de terapia intensiva que tienen respirador”. “No está colapsado el sistema porque los pacientes están con respirador, pero es tensión sanitaria porque están fuera del sector. La terapia intensiva se está acercando a la puerta de calle y lo que tenemos que evitar es que salga a la calle”, graficó.(TN)

LA

Acerca de Oscar Posedente 12821 Articles
Periodista, locutor, actor y editor de Semanario Argentino y de Radio A de Miami. Director de Diario Sur Digital.