Estrenos y fantasmas de un desastre intermitente

Postalesa de la desesperación del 17 de Octubre de 2021

Por Fernando Quiroga

Y pasó otro 17 de octubre, anacrónico y desesperado, militante y estratégico, poblado de bondis, bombos y también de esperanzas que, a su tiempo prudencial, serán malogradas.

La parafernalia de la alienación ideológica, de la chifladura excelsa, salió nuevamente a las calles a vomitar desatinos organizados para sostener una mística que, en la historia contemporánea, felizmente ha comenzado a flaquear.

De todas formas; con el mismo ímpetu que en antaño las iconografías gigantes presidían el ambiente ligeramente fascistoide, los egos de los líderes marcaron el timing del objetivo trazado: Fuego cruzado, palabras incendiarias, alimentar con espejos mágicos a lo que queda de un (a veces sincero) pueblo militante, con la regurgitación de un discurso ya vencido, vaporoso en aliento rancio de izquierda, populista y concretamente antidemocrático.

Sí, antidemocrático, porque en el nombre de la democracia, pretenden forjar una Argentina que no podrá volver a ufanarse de tener coronada su sien de laureles, ante tanta segmentación entre vivos, rebeldes y adoctrinados.

El kirchnerismo, en su discurso raso, viola el primer acuerdo de convivencia barrial, esa mística del bajo fondo que, telúricamente, nos identifica como ciudadanos humildes y honrados.

Mi viejo, decía “No hay bajeza más grande que no pagarle al kiosquero que te fio toda la vida; pasar por la vereda de enfrente y darle vuelta la cara” y en esa postal de casas bajas y corazón enorme, mi padre resumía setenta y tantos abriles de argentinidad honesta. El kirchnerismo, neutraliza el animus de ese axioma.

Con el Fondo Monetario, debe aplicarse el mismo espíritu de la letra, ya sin la simpleza del ejemplo intrínseco; pero con igual responsabilidad y aplomo.

Claro está que las políticas tienen y deben ser dictadas por el propio país, y que las incidencias foráneas deberían de ajustarse a los propios mecanismos de tierra adentro, pero jamás, en esta globalización exacerbada y tajante, podemos pegar un volantazo en aparente desconocimiento de la ruta rectilínea y uniforme (por citar una cinemática con ribetes políticos) por la que van los intereses internacionales que, de una forma u otra, nos incluyen.

Es cierto que, en el mundo mentiroso y lírico de los hippies con prepagas lujuriosas, los disparates como la negación de la responsabilidad global, son propicios (semilla de la izquierda más oscura y falaz), porque lo que no deciden entender (o tal vez lo que se niegan a comunicar a la chorrera de sus subordinados), es que todos somos eslabones de una mecánica integral e inclusiva a nivel mundial.

El fracaso de la ciencia política en la democracia argentina

Definitivamente nuestras acciones (activas o pasivas) tienen consecuencias en el mapamundi. Tal es el precio que pagamos, tácitamente, por ser actores globales.

Planteado este contexto, queda clarísimo el porqué no se puede andar delirando con berrinches parasocialistas en un tejido internacional de libre mercado, sobre todo cuando necesitamos la guita de afuera para pagar las desavenencias de adentro…

El pasado 16 de octubre, exultante del acostumbrado exhibicionismo casi obsceno en su discurso, La Señora (en apariencia cauta pero finalmente imprudente), un día antes de la horda militante del 17 de octubre, exclamó…” Perón no permitió nunca el ingreso del Fondo Monetario Internacional a la República Argentina…”.  La Señora, que decide decir lo que conviene, hábilmente omitió la dilapidación populista del tesoro nacional a manos del Pocho; como así también su asalto a las arcas del estado, a punto de subir al barco, antes de iniciar el exilio al que lo conminó la Revolución Libertadora.

Lo cierto muchachos (y al decirlo que imagino frunciendo el ceño, enfundado en una campera de cuero de sindicalista, al mejor estilo de Saúl Ubaldini) es que se avecinan cosas bravas; y todas surgen del desquicio de la dirigencia de un estado fragmentado, sin norte claro, y naturalmente sin destino concreto para nosotros…

Mientras Guzmán y Manzur intentan entrarles por donde sea a las autoridades del FMI; la Jefa bajó línea sobre el común denominador de los discursos para el Día de la Lealtad en la plaza; claramente, A TODOS los oradores les dijo que debían sostener una deliberada posición contra el pago a la deuda externa.

Como si el autoboicot fuese un estandarte ya inequívoco de los últimos tiempos de los acólitos del choripán, los feligreses festejaron la arenga ansiosos, como quien festeja la irrealidad de una fantasía lírica adolescente que, nuevamente, perfila la irresponsabilidad como bandera; un discurso tal vez que termina siendo más caro, que los sucesivos e interminables pagos a la deuda externa.

Conclusión de la pavada de La Señora: Guzmán habló el mismo 17 de octubre a la tarde con el presidentepara referirle que, debido al fuerte posicionamiento expresado en el acto, las negociaciones con el Fondo están estancadas… el destino económico de un país, tristemente tiznado por la manifestación irresponsable de una ideología embaucadora e irreal. Un papelón.

Pero como si esto fuera poco, no es menor conjeturar que los representantes del organismo internacional presidido por la búlgara Kristalina Gueorgieva, no sepan quién lidera la Argentina, porque a los discursos presuntamente mesurados del Presidente, se contrapone la carnicería voraz de la arenga de Cristina quien, no puede dejar de ser quién es; la aguerrida protagonista de una barbarie inconclusa, irreverente y autorreferencial, que parece no terminar nunca; y que pase lo que pase, nunca Su Ego (encaramado en el Palo Mayor de la política argentina contemporánea) reconocerá a la institucionalidad como forma primera de relación protocolar.

Por ello es que aceptar para su fuero íntimo, para su naturaleza bélica, la institucionalidad que reviste a Alberto Fernández (aunque haya sido ungido por ella misma) es y será imposible.

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Periodista, locutor, actor y editor de Semanario Argentino y de Radio A de Miami. Director de Diario Sur Digital.