Huellas en el alma

Por Gerardo Lemmi

Pocas cosas unen más que una camiseta. Hay pasiones que solo las dicta el corazón, la emoción, y no importa el color de piel, la condición social, ni siquiera el partido político, o el cuadro del que uno es simpatizante.

El último partido fue pleno, si, como en la ruleta.
El futbol tiene la particularidad que no solo es la pelota, es una fuente de inspiración para muchas cuestiones que en la realidad nos cuesta mirar a fondo. Desde el momento que empezó este mundial, oímos un grupo unido, intenso, que buscaba un objetivo común, una estrella dorada.

Foto: Maximiliano Luna.

Para eso concentro sus fuerzas en poner profesionalismo, echar los egos afuera. Desde el plano superior con una estrella, que no se la cree, que cuando le dicen que es DIOS, responde, que no, que solo es una persona que recibió un don de Dios, pero que no lo es. Siempre se lo observa apoyando al compañero, además del respeto que le tienen los rivales. Es cierto que también puso limites, y lo bien que hizo. Porque el líder sabe respetar y cuando no se lo respeta entonces surge el límite. El famoso ´¨anda pa lla bobo¨ en tonada rosarina que jamás perdió, nos hizo dar cuenta que también respeta y se hacer respetar. Acaso eso no es cuestión de buen liderazgo, quien se lo puede discutir. Párrafo aparte que el líder cuando aparece después surgen respuestas inmediatas, hubo camisetas con la leyenda de su frase al día siguiente.


Pero también hay un cuerpo técnico, especial, único, con cero ego, poniendo la atención en el grupo, en trazar objetivos, en corregir, en planificar, en buscar la mejor opción en ser pensante, y encima, en buscar siempre la unión. La sigla la Scaloneta, lo dice todo, desde este hombre Leonel Scaloni, nació todo lo que pudo hacer esta Selección. Fue el mismo Scaloni, el que convenció a Messi de su importancia, el que lo hizo reflexionar de no renunciar, el que lo hizo comprender que todavía tenía que dar más, que no importaban las comparaciones odiosas, solo que, debía importar es su gusto y su plenitud por el Seleccionado. Luego claro, como no mencionar todos sus ayudantes de campo que compone ese cuerpo técnico grandioso, los Peckerman Boys, Aimar, Samuel, y Ayala.


En cuanto al juego que decir, daba seguridad, cuando jugaban había como algo que indicaba que este equipo a nadie podía defraudar. Es un equipo completo, desde un arquero monumental, absolutamente personalista pero también detrás de bambalinas un ser humano extremo.
Una defensa sólida, con el descubrimiento de un titular luego indiscutido como el Cuqui Romero, un Otamendi totalmente mural, y unos marcadores de punta que juegan, son rápidos además de marcar.
El mediocampo, la asombrosa aparición de un pichón de 21 años, que la rompió, Enzo Fernández, al lado de un Mac Allister, jugador de todos lados y un De Paul, tan cuestionado antes por sus cosillas extra futboleras, pero cuando está en cancha todo queda atrás.


Arriba además del astro, y De María, la aparición de un batallador, que nos hizo acordar con un gol único al matador, un tal Julián Álvarez. Todo un equipo, cero ego, mucho servicio, mucha dinámica, mucha noción del otro poca de uno mismo.
Contagio, dio algo más, la gente le creyó. Y cuando no había energías, fue la gente su fuente de fuerzas, como con Holanda y Francia. Tallo el alma, dio huellas, porque todo se podrá pensar pero nunca que esta selección pasara inadvertida. Será que por una vez el futbol, nos traspasa, nos enseña, nos motiva, nos hace pensar. Será que por ahí comienzan los grandes caminos que nos conducen, no sin sudor, al éxito.
Pensar en esos festejos sin grietas, sin pasados, sin condiciones, solo la alegría de un equipo que nos deja una huella en el alma

Acerca de Oscar Posedente 12821 Articles
Periodista, locutor, actor y editor de Semanario Argentino y de Radio A de Miami. Director de Diario Sur Digital.