Una universidad que nace y crece con su gente, para transformar la realidad. Con los pies en el barrio y la mirada en el mundo, la UNDAV reafirma que la educación superior se fortalece en lo colectivo
Cumplimos 15 años y sentimos el orgullo UNDAV, que no es otra cosa que un sello de identidad de nuestra querida Universidad Nacional de Avellaneda. Nacíamos, como suelen hacerlo las universidades públicas, no sólo de una ley o un decreto, sino del deseo profundo de una comunidad que necesitaba un espacio para imaginar su futuro, para construir conocimiento, para aprender y enseñar, para proyectar dignidad.
Y aquí estamos, 15 años después, celebrando la historia, pero también -y, quizá, sobre todo- reafirmando su rumbo. Desde su fundación, la UNDAV ha crecido en carreras, en extensión territorial, en investigación, en vínculos con el medio y en compromiso con los sectores más vulnerables. Pero si tuviera que elegir una sola palabra para definir este trayecto, sería: comunidad. Porque esta Universidad se construyó en forma colectiva. Porque ningún logro hubiera sido posible sin la participación activa de cada Claustro, de sus trabajadores, de sus estudiantes, de las organizaciones sociales, culturales, deportivas y productivas que la rodean. Y de un territorio que la reconoce como propia.
Pero no nos confundamos: cumplir años no es un punto de llegada, sino un nuevo puerto de partida, una invitación a seguir caminando. Porque los desafíos son muchos: •Consolidar carreras que dialoguen con el mundo del trabajo, sin resignar formación crítica. •Fortalecer la investigación, la ciencia y la tecnología con mirada nacional. •Profundizar el diálogo de saberes con nuestra comunidad, a través de TSC. •Hacer de la internacionalización, transversal e inclusiva, una marca de orillo de UNDAV. •Y, sobre todo, seguir garantizando que nadie quede afuera.
Que nunca más se diga “la universidad no es para mí”. Este aniversario no es sólo institucional. Es un gesto de gratitud y de futuro. Gratitud por quienes soñaron esta universidad y la hicieron posible. Futuro porque no vamos a dejar de construirla, juntos todos los días. El conurbano no es una periferia, es el centro de muchas vidas, y es el lugar donde sucede todo: la esperanza, la lucha, el saber, la ternura, la dignidad.
Desde aquí, desde esta tierra, tan estigmatizada como vital, la UNDAV construyó su identidad: una universidad con los pies en el barrio y la mirada en el mundo. En estos 15 años, levantamos aulas y laboratorios, pero también banderas. Banderas de equidad, de memoria, de justicia social, y ahora, una bandera más se suma a ese horizonte: la Bandera Institucional de la UNDAV. Una bandera no se impone, se merece.
Y esta, la nuestra, nació del corazón colectivo de lo que somos, y de lo que queremos ser. A cada estudiante que fue el primero de su familia en llegar a la universidad, como yo. A cada trabajador que sostuvo cada jornada. A cada docente que enseñó con pasión, a cada graduada, a cada pibe y piba que encontró un lugar en esta Casa, le digo, gracias. Gracias por sostener la esperanza cuando parecía que todo era incertidumbre.
Hoy no solo celebramos 15 años, celebramos que existe un lugar en Avellaneda, donde sigue siendo posible creer, pensar, crear, luchar y amar lo común. Ese lugar es la UNDAV, y mientras haya una voz que la defienda, una mano que la cuide, una vida que la transite, nuestra Universidad seguirá floreciendo. Gracias por caminar juntos estos 15 años. Sigamos sembrando futuro. Sigamos globalizando la esperanza. Sigamos juntas y juntos, soñando una universidad a la altura de su pueblo.
(Ing. Jorge Calzoni, Rector de la UNDAV)