Carlos Gardel: su última gira sin regreso

Carlos Gardel murió el 24 de Junio de 1935 en Medellín, ciudad donde quedaron sus restos hasta el 19 de Diciembre de ese año. Fue un largo camino en barco, tren y a lomo de mula para llegar a su descanso final.

Carlos Gardel murió el 24 de Junio de 1935 en Medellín, ciudad donde quedaron sus restos hasta el 19 de Diciembre de ese año. Fue un largo camino en barco, tren y a lomo de mula para llegar a su descanso final.

Hay algo que siempre caracterizó a Carlos Gardel, su sonrisa, esa que supo sostener hasta minutos antes de su partida, mientras se encontraba en el interior del avión, cuando un fotógrafo disparó el flash de su cámara.

La noticia de su muerte conmocionó al mundo ya que  su voz era conocida por incontables admiradores de distintos lugares. Lo apodaban  “El Zorzal” y “El Morocho del Abasto” que canta cada día mejor.

Pero no solo perdió la vida Gardel en ese avión, junto a él quedó la de Alfredo Le Pera, su amigo, manager y escritor de letras y guiones con el que formó la dupla aún hoy reconocida, también sus músicos Guillermo Desiderio Barbieri, Domingo Riverol y José Corpas Moreno.

Su último tango lo cantó la noche previa a su trágica muerte y eligió “Tomo y obligo”. “Antes de cantar mi última canción quiero decirles que he sentido grandes emociones en Colombia. Gracias por tanta amabilidad. Encuentro en la sonrisa de los niños, las miradas de las mujeres y la bondad de los colombianos un cariñoso afecto para mí. La emoción no me deja hablar. Gracias y hasta siempre”, se despidió el aclamado artista.

Las tapas de los diarios de la época daban cuenta de la muerte de Gardel.

Las cosas no fueron fáciles ya que en Colombia no permitían la exhumación de un cuerpo “hasta cuatro años después del fallecimiento”, lo que significó la intervención del presidente colombiano Alfonso López.

Mientras tanto Bertha, la madre de Carlos, quería que su amado hijo descansara en su Buenos Aires querida y despedirlo a lo que López accedió. “A las 18 hs del 18 de Diciembre fue exhumado el cadáver de Carlos Gardel”, decía la edición del 19 de Diciembre de 1935 del diario colombiano El Tiempo que, además, avisaba que “el cadáver será embalado esta noche para poderlo despachar al puerto de Buenaventura, en el primer tren del ferrocarril del Cauca”, así lo reprodujo BBC Mundo.

Según las crónicas colombianas, la exhumación concluyó a las 23:30 del 19 de Diciembre de 1935 y el cuerpo fue trasladado a la estación de ferrocarril desde donde partió en el primer tren de la siguiente mañana. El diario había calculado que el traslado duraría un mes, pero se extendió. Fueron casi dos y en diferentes medios.

Al salir de Medellín el cuerpo de Gardel pasó por Amagá y La Pintada, donde fue colocado en unas berlinas que lo llevaron hasta la localidad colombiana de Valparaíso. “Las berlinas eran unas busetas pequeñas rústicas que transportaban carga y pasajeros”, cuenta el gardeliano colombiano Jaime Rico Salazar.

Allí no había rutas sino camino de tierra, por lo que, “los 20 baúles, 3 cajas con sombreros y el ataúd de Gardel” fueron cargados a lomo de mula y caballos. “La subida al cerro de Caramanta tenía sus propias dificultades”, resaltó el escritor, donde el cantor llegó el Jueves 20 de Diciembre de 1935 y de allí viajó a Marmato y Supía.

Luego dehacer una escala en Supía, el 21 de Diciembre de 1935 con el fin de rendir un homenaje a los restos de Carlos Gardel, siguió en berlina hasta Pereira, donde fue subido, nuevamente, a un tren que a modo de homenaje no cobró el traslado. El 29 de Diciembre llegó a Buenaventura y fue embarcado en el vapor Santa Mónica.

Siguió una escala en Panamá, donde tras cambiar de embarcación, cruzó el canal y arribó a Nueva York el 7 de Enero de 1936. En esa ciudad fue velado durante más de una semana y el 17 de Enero fue nuevamente embarcado, finalmente, con destino a Buenos Aires.

Tras hacer escala en Río de Janeiro y en Montevideo, ciudades donde también recibió homenajes, el cuerpo de Carlos Gardel llegó al puerto de Buenos Aires el 5 de Febrero de 1936. Las radios de su ciudad pasaban sus tangos y de esa manera se lo esperó. Allí lo esperaba una carroza fúnebre, “de estilo sencillo, tirada por 6 caballos, seguida por otra destinada a las ofrendas florales. El cuerpo viajaba en la popa, adonde se dirigió el público a ver bajar el féretro”.

El relato del cronista describía: “La operación se llevó a cabo lentamente, en medio de un silencio impresionante y sollozos de muchas de las mujeres que lo presenciaron” y contaba que la caja que trasladaba el ataúd “estaba recubierta por el poncho que usaba Gardel para sus viajes”.

Luego comenzó la procesión hacia el Luna Park. En el camino, la multitud comenzó a entonar los tangos que Gardel cantó. Febrero de 1936, seguramente una tarde de calor agobiante, sin embargo más de 40 mil personas caminaron bajo los rayos de sol al lado del cuerpo del ídolo para llegar al lugar donde fue velado.

Dentro del estadio, en medio del ring, se levantó la capilla ardiente. Allí pasó la noche el cuerpo del cantor y a la mañana siguiente, a paso de hombre y en una procesión multitudinaria (una de las mayores en Argentina) que se sucedió ininterrumpidamente a lo largo de la Av. Corrientes fue trasladado al cementerio de la Chacarita, donde fue alojado en el Panteón de los Artistas.

En Diciembre de ese mismo año, el cuerpo fue movido a una doble parcela en el mismo cementerio y un año después, el 7 de Noviembre de 1937, los restos de Gardel volvieron a ser exhumados por unos metros para depositarlo en el mausoleo que tiene su estatua.

Por la pandemia que azota al mundo, este 24 de Junio fue la primera vez que Gardel no recibió la visita de su público, quienes no dejan que su vida quede en el olvido.

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