«El Partido de la Muerte»: Una historia de 70 años entre el cine y fútbol

«El Partido de la Muerte». La película «Two Half-Times in Hell» (1961), del húngaro Zoltán Fábri, relata un imaginado partido entre oficiales nazis y prisioneros en un campo de concentración, historia que retomaría Hollywood veinte años después con Sylvester Stallone, Pelé y Osvaldo Aridles como protagonistas. Ambas se inspiraron en un verdadero partido disputado en Ucrania durante la Segunda Guerra Mundial.

Nada menos que 42 resultados arroja la plataforma Netflix cuando se buscan contenidos asociados al fútbol, a la vez que un documental sobre el campeonato mundial de Qatar («Muchachos, la película de la gente») fue la más vista en los cines argentinos en 2023; sin embargo, una película fundacional de la relación entre fútbol y cine, que Roberto Fontanarrosa recuerda bajo el título «Match del Infierno» (de la que la más célebre «Escape a la victoria» es una remake) parece olvidada. La historia comenzó hace 70 años.

Fue en Mundial de Suiza ’54, el primero en ser televisado. Lo pudieron ver cuatro millones de personas. Ninguna en Argentina.

Inglaterra se había negado hasta 1950 a jugar los mundiales porque se resistía a enfrentarse a equipos no británicos, pero esa misma altanería la condujo a su primera gran desgracia internacional: el 25 de Noviembre de 1953, cayó ante la Hungría de Ferenc Puskas, Sándor Kocsis y Zoltán Czibor, 6 a 3, en Wembley, en un duelo, acaso el primero, que mereció para la prensa el título de «El partido del siglo».

Hungría ya era campeona olímpica consagrada en los Juegos de Helsinki ’52 pero para los ingleses, fundadores del fútbol, no era más que un rejunte.

Tal vez aquel equipo húngaro, que perdió la final del Mundial 54′ contra Alemania, sumado a los antecedentes de Puskas en el ejército de su país, fueron los que inspiraron la película «Two Half-Times in Hell», de Zoltán Fábri, un clásico del cine húngaro, de 1961, y que Fontanarrosa recuerda en un cuento que se proyectó en los cines argentinos bajo el título «Match del Infierno».

Sobre aquel filme -que se puede rastrear (sin traducción ni subtítulos) en YouTube- tuvo una infame remake estadounidense en 1981 llamada «Escape a la victoria», con Silvester Stallone, Pelé y el argentino Osvaldo Ardiles.

«Me pareció bien que, en un filme donde laburaban Ardiles y el negro Pelé, entre otros, lo mandaran al arco al troncazo de Rambo pero, así y todo, juré no volver al cine mientras atajara ese tipo», escribió Fontanarrosa.

Alguna vez Ardiles, mediocampista argentino que jugó los Mundiales del ’78 y el ’82 contó alguna vez que la escena del penal necesitó 34 tomas por la imposibilidad de conseguir que la maniobra de Stallone bajo los tres palos resultara al menos verosímil.

El verdadero Partido de la Muerte

Pero la pieza original fue «Two Half-Times in Hell». Allí los oficiales nazis programan un partido de fútbol contra los prisioneros de un campo de concentración en el frente ruso como conmemoración al cumpleaños de Hitler. Fontanarrosa identifica al protagonista, un ex jugador profesional, bajo el nombre de Jo, aunque en realidad el personaje se llama Dio (Onodi). El partido aparece como la cobertura para explorar un escape, pero la posibilidad de abandonar la cancha o -peor- de ir a menos ante los alemanes llena de contradicciones al protagonista.

El desenlace nos revela el funcionamiento de la industria del cine. En la versión húngara, los futbolistas son fusilados al término del partido en pleno campo de juego; en la cinta americana hay un previsible final feliz y magnificente.

PALABRA DE FONTANARROSA

«¡La verdadera intención del grupo de prisioneros era escaparse! Huir del campo de concentración aprovechando las relativas libertades que les daban sus captores. Cuando le comunican eso a Jo, éste se chiva realmente ¡El quería jugar el partido! ¡A él que no le vinieran con el asunto de pirarse cuando ya se veía de nuevo pisando el verde césped y había atesorado en sus oídos el embriagador repique del balón sobre la grama!

¡El partido estaba hecho y nadie de ley, nadie que sea verdaderamente futbolero, sea chorro o vigilante, deja de lado un desafío para escapar de un campo de concentración por más fulera que sea la comida! Los otros muchachos, los contra, habían conseguido camisetas para todos, tenían la pelota, habían alquilado la cancha, habían hablado con el referí, hasta le habían puesto redes a los arcos… ¡Y ellos se iban pirara antes del partido como unos maulas!

¿Quién iba a querer después, hacerle un partido a los prisioneros? Por supuesto, cuando se lo dijeron, Jo se puso para la mierda. Y fue ahí, ahí mismo, cuando pronunció esa frase que para mí se inscribe entre los grandes speeches del cine mundial, comparable al discurso de Marlon Brando ante el cadáver de Julio César, o a los argumentos de Spencer Tracy en «Heredarás el Viento». Jo agarró la pelota, la tiro para arriba, la durmió en el empeine cuando caía y dijo: «¡El fútbol es Sagrado!».Telam.com.ar

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