En realidad no es azul. Es una Luna llena, como cualquier otra, del color que se ven la mayoría de las Lunas llenas: entre gris pálido, blanco lechoso o plateado.
Lo que hace raro a este fenómeno, que el folclor bautizó como “Blue Moon” o “Luna azul”, es que se dan dos Lunas llenas en un solo mes, cuando lo normal es ver una.
Un ciclo lunar, el período en el que ocurren todas las fases de la Luna, se repite cada 29.5 días aproximadamente.
Si coincide que la Luna llena se produce el primer o segundo día y el mes tiene 31 días, es entonces cuando es probable que aparezca una segunda Luna llena.
Esta es la conocida como “Luna azul”.
El mes de febrero, que tiene 28 días, nunca verá una.
Es un fenómeno inusual que se da cada 2.5 años.
La última vez que ocurrió fue el 31 de marzo de 2018.
Este año aparecerá en el cielo en la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, cuando muchos países celebran Halloween y en México empieza la festividad del Día de Muertos.
Cuando sí se observaron lunas azules
“Hubo un tiempo, no hace mucho, cuando la gente veía lunas azules casi todas las noches. Lunas llenas, medias lunas, lunas crecientes: todas eran azules, excepto algunas noches en las que eran verdes”, explica la NASA en su relato.
Y tiene que ver con tener erupciones volcánicas. Un ejemplo fue en 1883, cuando tuvo lugar la erupción del volcán Krakatoa en la India. A 600 kilómetros de distancia, los pobladores escucharon el estruendo, que los científicos comparan hoy con la detonación de una bomba nuclear de 100 megatones. Las columnas de ceniza que salieron del cráter se elevaron hacia la parte superior de la atmósfera, y la Luna se tiñó de azul.
El cambio de color del satélite se debió precisamente a la estructura de estas cenizas, compuestas de partículas de aproximadamente un micrón (una millonésima parte de un metro) de ancho. Este tamaño impide filtrar la luz roja, y deja pasar únicamente otros colores.
“La clave para tener un luna azul es tener en el aire muchas partículas un poco más anchas que la longitud de onda de la luz roja (0,7 micrones) y que no haya otros tamaños presentes. Esto es raro, pero los volcanes a veces escupen tales nubes”, explica la NASA.
Así, durante años, los rayos blancos del satélite que brillaban a través de las nubes de ceniza “emergían azules y a veces verdes”. Después de aquello, otros volcanes hicieron que la Luna volviera a cambiar su característico gris perla.
Es el caso del Chichón, localizado en el estado de Chiapas, México, que explotó en 1983. También del Monte Santa Helena, en el estado de Washington, EEUU, que entró en erupción en 1980, o el Mount Pinatubo, en las Islas Filipinas, que lo hizo en 1991.