La Junta de la Reserva Federal aumentó su tasa de referencia , marcando así la undécima alza en un lapso de 17 meses. Esta serie de incrementos busca frenar la creciente inflación, pero a su vez, representa el riesgo de inducir una recesión económica.
Con este ajuste, la tasa de interés a corto plazo se elevó del 5,1% al 5,3%, alcanzando su nivel más alto desde 2001. La acumulación de estas medidas podría desencadenar aumentos adicionales en los costos de hipotecas, préstamos para automóviles, tarjetas de crédito y créditos empresariales.
A pesar de que la inflación ha disminuido a su punto más bajo en dos años, el aumento en la tasa de interés refleja la preocupación de la Reserva Federal acerca del rápido crecimiento económico, que dificulta alcanzar la meta de inflación del 2%. La confianza del consumidor se encuentra en su nivel más alto de los últimos dos años y los estadounidenses continúan gastando: los vuelos están abarrotados, las personas viajan al extranjero y las entradas para conciertos y cines se agotan. Un factor clave es que las empresas continúan generando empleo, y la tasa de desempleo es prácticamente la más baja en medio siglo.
En su comunicado, la Fed mencionó que la economía ha estado creciendo a un ritmo moderado, lo cual es ligeramente mejor que su evaluación en junio. Esto señala que considera que la economía está en una posición un tanto más saludable que el mes pasado.
Una pregunta crucial para la Fed es si el aumento será el último o si habrá otro más a lo largo del año. Algunos funcionarios del banco central expresan preocupación de que el persistente crecimiento del empleo lleve a los trabajadores a exigir aumentos salariales después de dos años de enfrentar precios elevados debido a la inflación. Incrementos salariales significativos pueden perpetuar la inflación si las empresas responden con aumentos en los precios de bienes y servicios.
La continua disminución de la inflación genera esperanzas de que la Fed pueda lograr un «aterrizaje suave», en el que los incrementos en las tasas de interés enfríen la inflación sin provocar una dolorosa recesión económica. La incógnita reside en la manera en que se equilibrará la política monetaria para mantener el crecimiento económico sostenible sin que ello genere una contracción abrupta y perjudicial para la economía.
