El auge de las herramientas de inteligencia artificial (IA) se ha convertido en un foco de atención para los observadores de las tendencias tecnológicas, especialmente cuando se consideran sus posibles efectos en el ámbito político.
Según estudios recientes, incluyendo uno del Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research y la Escuela Harris de Políticas Públicas de la Universidad de Chicago, hay una creciente inquietud entre el público estadounidense acerca del papel que podría jugar la IA en la manipulación de la información durante las elecciones presidenciales de 2024.
El estudio refleja que una mayoría significativa de los estadounidenses, el 58%, anticipa un aumento en la propagación de noticias falsas o engañosas debido a las capacidades de la IA para crear y diseminar contenido hiperrealista a gran velocidad.
Esto contrasta con un escaso 6% que considera que la IA podría ayudar a disminuir la desinformación. Estas cifras sugieren una profunda preocupación por las repercusiones de una tecnología que, aunque avanzada, tiene el potencial de ser mal utilizada en contextos críticos como las elecciones nacionales.
A pesar de que solo el 30% de los adultos en EE.UU. ha interactuado directamente con chatbots o generadores de imágenes basados en IA, y menos de la mitad están moderadamente informados sobre estas herramientas, hay un consenso generalizado de que los candidatos políticos deberían abstenerse de utilizar la IA de manera irresponsable.
Un contundente 83% desaprueba la creación de contenidos ficticios para anuncios, mientras que un 66% está en contra de la edición de imágenes o videos para el mismo fin.
El uso de la IA ya ha hecho acto de presencia en la arena política, como demuestra el anuncio del Comité Nacional Republicano que utilizaba imágenes generadas por IA para proyectar una visión distópica de un futuro bajo la administración de Joe Biden.
Esta tendencia se extiende a campañas individuales, como la del gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien empleó técnicas de IA para generar imágenes que mostraban a figuras políticas en contextos fabricados.
La opinión pública es clara al rechazar el uso de tecnologías que pueden distorsionar la realidad y la percepción de los votantes. Los ciudadanos como Andie Near, una profesional que ha usado la IA en su trabajo pero critica su uso en campañas políticas, destacan la importancia de una competencia justa basada en méritos, no en tácticas de miedo.
Los especialistas en IA advierten sobre la dependencia de chatbots para obtener información, dada la tendencia de estos sistemas a generar respuestas plausibles pero potencialmente ficticias. La confianza en la información proporcionada por estos medios es baja, con solo un 5% de los encuestados expresando una confianza sólida en su veracidad.
La encuesta también revela que la mayoría de los estadounidenses prefieren medios tradicionales y redes de confianza personal para informarse sobre las elecciones, en lugar de depender de fuentes automatizadas. Además, hay un apoyo considerable hacia la regulación gubernamental y las políticas de etiquetado por parte de las compañías tecnológicas para abordar el contenido generado por IA.
Este contexto ha llevado a movimientos regulatorios, como la petición de la Comisión de Elecciones Federales de EE.UU. de considerar regulaciones para los anuncios deepfake, y medidas ejecutivas del presidente Biden para establecer lineamientos federales para el desarrollo seguro de la IA.
El panorama sugiere una demanda colectiva por parte de los estadounidenses hacia las empresas de tecnología y los legisladores para asumir la responsabilidad y mitigar los riesgos asociados al uso indebido de la IA, asegurando así un proceso electoral libre de manipulaciones artificiales y manteniendo la integridad de la democracia.
